domingo, 20 de diciembre de 2015

Aborto y dinero.


por Fernando Pascual


        Una idea que a veces aparece entre algunos defensores del aborto merece unos segundos de atención.



        Los grupos provida denuncian que centros dedicados al aborto ganan dinero con la muerte de embriones y fetos. Esos centros se benefician así de la situación de angustia de chicas muy jóvenes o de mujeres adultas que no desean un embarazo y buscan con el aborto “librarse” de un “problema”.

        Ante este argumento un defensor del aborto respondió que ganan mucho más dinero los ginecólogos que acompañan una maternidad. Sería más rentable para muchos dejar nacer un hijo por todos los “beneficios” que obtienen durante el embarazo y los primeros meses de la vida de los bebés.

        Con esta “respuesta”, ¿se da un golpe de gracia a los grupos provida? Es decir, ¿algo es bueno si cuesta poco y si no enriquece a algunos, y algo sería menos bueno si cuesta más y enriquece a otros?

        Intentemos aplicar el argumento a un asunto parecido. Una persona entra en una tienda de venta de coches. Analiza, pregunta, compra. El vendedor va a ganar una buena cantidad de dinero, seguramente más del que pueda ganar quien trabaja en una clínica para el aborto (llamado también, de modo eufemístico, “interrupción voluntaria del embarazo”).

        Sin embargo, la diferencia entre lo que gana el vendedor de coches y lo que gana un abortista (aunque gane muchísimo menos) es enorme. En el primer caso, el vendedor de coches no provoca daños físicos en el cliente. En el segundo, el profesional de la muerte (hay que llamarlo así), gana dinero (aunque fuera poco) “gracias” a la situación difícil de una madre que pide la muerte de un hijo.

        No nos engañemos. El aborto implica siempre la destrucción de una vida humana en sus fases iniciales. Que un abortista consiga más o menos beneficios es un punto de cierta importancia, pero no es el centro del asunto.

        El punto clave en todo el tema del aborto radica en lo que se hace, eliminar vidas humanas, se gane más o se gane menos. Y eso siempre va contra una de las dimensiones básicas de la justicia: el deber de respetar la vida de cada ser humano inocente.

AutoresCatolicos.org