por Luis Fernández Cuervo *
En mi artículo del pasado lunes señalé algunos de los cambios positivos que ocurren en el cerebro de una mujer cuando está embarazada.
La doctora Natalia López Moratalla, que ha investigado repetidamente esos cambios neurológicos del cerebro femenino en situación de embarazo, decía cómo se puede saber, observando las células piramidales de la corteza cerebral de una mujer si ésta ha tenido un hijo, no ha tenido ninguno, o ha tenido varios, "porque todo ese proceso deja huella en el cerebro".
También señalaba esa doctora que "eso tiene mucho qué ver con el contacto físico y emocional que se crea entre las dos vidas, la de la madre y su hijo durante la gestación y en cierta medida durante la lactancia".
Ahora bien, ¿qué cambios ocurren en el cerebro de una mujer en situación de aborto espontáneo o de aborto provocado? ¿Se notan cambios cerebrales en las mujeres que están en esas situaciones?
La doctora López Moratalla responde que "cuando un niño nace hay una desvinculación física pero el contacto de la madre con el niño, sobre todo a través de la lactancia, sigue manteniendo el estado de felicidad en la madre que es como una continuidad de ese estado mental que se ha ido introduciendo durante la gestación". Pero una mujer que sufre un aborto espontáneo siempre lo siente. Sabe que no es culpable de eso, pero siente que ha perdido un hijo, no "una cosa o el producto de la concepción", que son las palabras falaces que suelen emplear los abortistas en los casos de abortos provocados. Su organismo y su cerebro estaban preparados para el cuido del niño y entonces se produce una crisis, una tristeza mayor o menor, variable según otros factores personales, familiares, sociales, morales, etc.
Pero si el aborto ha sido voluntario, provocado, "eso deja una fuerte marca de stress y de ruptura interior, mucho mas fuerte --dice la doctora-- que el golpe de separación natural".
Cuando los abortistas presentan como causa legal para abortar --como ocurre en la legislación española socialista-- las alteraciones psíquicas que una mujer que quiere abortar sufriría al no poder hacerlo, están magnificando situaciones que no conforman alteraciones psíquicas graves. En cambio el aborto provocado sí es un fuerte daño para el cerebro de la mujer que aborta, cuando no es aborto natural sino consecuencia de una libre decisión de la mujer embarazada. Eso si provoca muchas veces un cuadro psiquiátrico bien definido, una grave depresión que requiere fuerte tratamiento psiquiátrico.
"Se ha descrito --dice la doctora-- que el aborto de repetición que parece poder producir acostumbramiento, no pocas veces termina en suicidio. No puede haber una violencia mayor contra una mujer que cortarle, o cortar ella, voluntariamente, un vínculo natural tan fuerte como un embarazo (…). No querer ni saber si se ha iniciado una vida y, por tanto si se ha destruido un hijo, se entiende por una parte cuando se desea borrar lo que ha pasado. Pero, por otra parte, podemos perder las referencias a cuestiones humanas tan fuertes como son los vínculos familiares. Y estos vínculos familiares son esenciales para que una persona pueda desarrollarse con normalidad".
"Yo quisiera subrayar la fuerza para el equilibrio y el desarrollo personal, para la estabilidad emocional y de todo tipo que tiene lo natural. Y lo fuerte que son en cada persona --en el enamoramiento, en la unión corporal, en la maternidad, en la paternidad-- los vínculos naturales. Cuando vemos que se producen investigaciones buscando fármacos para que en definitiva la mujer no se entere si ha abortado o no porque no sabe si ha estado embarazada o no, como puede ser la "píldora del día después", etcétera, se puede pensar: así no tienen el trauma del aborto. Pero hay que pensar que es muy fuerte que nos carguemos esas referencias naturales, con el fin de que ni siquiera la naturaleza alerte de lo que supone en una mujer un aborto".
*Dr. en Medicina.
Columnista de El Diario de Hoy.
luchofcuervo@gmail.com
San Salvador, 24 de septiembre de 2012
Fuente: elsalvador.com