martes, 10 de abril de 2012

En el corazón del islam (Arabia Saudí) viven su fe un millón de católicos con miedo a castigos


Un limitadísima libertad de culto.
La mayoría son extranjeros, fundamentalmente filipinos, y estos días de Semana Santa las pocas iglesias han estado a rebosar.
por Marco Tosatti


Es un fenómeno del que no se habla muy a menudo, pero la península árabe (tierra del Islam por excelencia) está llena de cristianos. Estos días pasados de Semana Santa ha sido uno de los pocos momentos de visibilidad (claro, limitada), unos pocos días en los que pueden mostrarse, para después volver a una vida de fe muy, muy discreta.

Sí, en Arabia Saudí, en la que, según nuestro interlocutor (un religioso católico que lleva a cabo desde hace muchos años su ministerio en esta región), el número de cristianos supera el millón con facilidad, tal vez lleguen a ser dos millones. Pero estos católicos, tal vez el ejemplo más imponente de discriminación religiosa (al lado de los de China), no pueden existir como tales. El régimen castiga con el arresto, la expulsión y otras penas cualquier manifestación de cristianismo en sus fronteras.

Nuestro interlocutor prefiere el anonimato, por razones de seguridad. Indica que incluso en los países que toleran de alguna manera la libertad de culto «dependemos en gran medida de la buena voluntad de las autoridades locales». Y así, puesto que el cuidado pastoral del pequeño (aunque no tanto) rebaño es su preocupación principal, y puesto que la sensibilidad de los señores del lugar es muy elevada y las instrumentalizaciones son siempre posibles, nada de nombres ni apellidos.

Iglesias llenas en tierra del islam
Las Iglesias de Kuwait, de los Emiratos Árabes Unidos, de Omán, de Qatar han estado llenas de gente en estos días. E incluso en Yemen, los pocos cristianos (vinculados sobre todo con las misioneras de Madre Teresa en Sanaa, Aden, Hodeida y Taif) se reunirán alrededor de sus pequeñísimas comunidades.

«En los sitios en donde hay Iglesias somos libres. Se hace la procesión en el territorio de la parroquia; y todas las ceremonias de la Semana Santa las hacemos al aire libre». Miles de personas participan. Las ceremonias del Viernes Santo se suceden una tras otra, porque las Iglesias están llenas. En los Emiratos Árabes pusieron a disposición (gratuitamente) el terreno de los complejos, y así, los fieles construyeron las Iglesias con sus limosnas: «No tenemos otros ingresos».

Cien sacerdotes para la península árabe
En toda la península árabe hay menos de cien sacerdotes y se ocupan de más de tres millones de católicos. No se sabe con precisión cuántos son los cristianos, pero son muchos. La mayor parte de los sacerdotes son capuchinos, casi dos tercios, y también hay otras órdenes religiosas: salesianos, sobre todo, y sacerdotes “fidei donum”. Su origen: India, Filipinas, Líbano, Estados Unidos y alguno que otro europeo.

350.000 católicos en Kuwait y sólo dos iglesias
En Kuwait hay solo dos Iglesias para 350 mil católicos. En todos estos países, las misas de la Semana Santa comienzan alrededor de las 18 horas, al final del trabajo (pues se trata de un día como todos los demás en la península árabe). Las misas se celebran en muchas lenguas, del inglés al árabe, del tagalog (la lengua nacional filipina) a los muchísimos idiomas que se hablan en India, tamil, bengalés, urdu...; también se usan el francés, el italiano y el polaco.

«La mayor parte de los fieles son asiáticos: filipinos, hindúes, aunque hay un poco de todo. Hace algunos años, en una parroquia hicimos un pequeño sondeo: encontramos más de 90 nacionalidades diferentes. Incluso de América Latina y de África».

Es una Iglesia verdaderamente, real y físicamente, peregrina. «Todos somos extranjeros, incluso los que hablan árabe, porque vienen de Palestina, de Líbano, de Irak... Nuestra lengua común es el inglés, en la Iglesia, no el árabe».

Sobre todo, son los asiáticos los que dibujan la imagen de la Iglesia. «No hay fieles autóctonos. Hay muy pocos de ellos en Yemen, una raza que se está extinguiendo por la regla de los matrimonios; el hombre que se casa con una musulmana se considera automáticamente un musulmán. La mujer puede seguir siendo cristiana, si el marido lo permite. No hay esperanzas para el futuro de estas pocas familias; se requiere una heroicidad increíble. ¿Convertidos? Nosotros no aceptamos conversiones en el país; aunque se convirtieran, no podrían practicar, correrían muchos riesgos, y nuestras instituciones serían clausuradas inmediatamente».

Roces con comunidades evangélicas
Los “evangelical” tratan de hacer proselitismo, pero no son vistos con muy buenos ojos entre las Iglesias tradicionales, como las de los católicos o de los anglicanos, porque sus actividades provocan efectos negativos para todos los critianos. «Hace algunos años, un grupito de un país en el que hay una libertad de culto muy limitada puso algunos manifiestos en las calles con consignas cristianas. Son cosas que no se hacen, en esta situación. Fueron expulsados. Y nutrieron una imagen negativa para todos los cristianos». Aunque, en realidad, el verdadero proselitismo es en sentido contrario.

Muchos cristianos en la cárcel
Un enorme problema es el de los trabajadores extranjeros arrestados. «Es casi imposible entrar en contacto con las personas de las cárceles. Muchas de ellas son inocentes, pagan por los errores de otros. Se trata de países en los que se va con mucha facilidad a la cárcel. Alguien que permanece demasiado en el país, con la visa vencida pero sin el propio pasaporte en su poder, no puede salir. Entonces, puede suceder (como ha habido muchos casos) que se quede 250 días más; cuando vuelve a tener su pasaporte descubre que debe pagar una multa de casi 20 euros al día. Sin dinero, termina en la cárcel. Todas estas personas, cristianas, serían liberadas inmediatamente si se convirtieran. A las autoridades no les gusta escucharlo, pero es la realidad. Por crímenes menores puedes salir si te haces musulmán; por los mayores, te reducen la pena, mucho».


/Vatican Insider.

Actualizado 9 abril 2012