viernes, 2 de noviembre de 2018

Abortar en casa. Preocupante cambio cultural.

El 31 de mayo, cuando expuso el Ministro Rubinstein en Diputados, la aprobación del abortivo misoprostol por parte de la ANMAT ya estaba resuelta, al margen del resultado legislativo.
 
A mediados de este año el organismo le permitió al Laboratorio Domínguez la producción del misoprostol de 200 microgramos para ser utilizado como abortivo en los hospitales (Vid Notivida Nº 1125). Ahora -por Disposición Nro. 946/2018- se autorizó su venta en farmacias con receta archivada (una exigencia poco controlada y fácil de burlar). Por ahora sólo Mendoza y San Juan están blindadas contra la inicua Disposición.

El manual que explica “Cómo hacerse un aborto con pastillas”, de “Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto” -que editaron las madres de Plaza de Mayo - dice en la portada: “Fácil, Barato, Seguro ¡En Casa!”. Poder “abortar en la casa” fue también el reclamo que las militantes de Nuevo Encuentro hicieron en Diputados durante el debate por la legalización del aborto.

La venta del abortivo en farmacias no implica sólo una variación en su accesibilidad, es ante todo un profundo cambio cultural. Da a entender que el aborto es algo que la mujer puede decidir, que corresponde a su esfera íntima y que no involucra a nadie más. La señal que dispara la nueva Disposición de la ANMAT es: “hacerse un aborto es sencillo, seguro, cotidiano e irrelevante”. Facilitar el “aborto en la casa” es un modo de restarle trascendencia a algo tan grave como lo es el asesinato del niño por nacer.

Ya hemos experimentado el efecto de cambios culturales que “naturalizaron” aberraciones que hicimos propias o dejamos de combatir. “Somos tu hermana, tu hija, tu prima, tu vecina, tu novia”, dicen las abortistas para aproximarnos al tema y lograr la empatía.


NOTIVIDA, Año XVIII, Nº 1136, 1 de noviembre de 2018
Ética Social.