domingo, 31 de diciembre de 2017

Jornada mundial de la Paz.

 
     
Como todos los años, el primero de Enero, Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, celebramos la Jornada Mundial de la Paz.

Este año en su Mensaje el Santo Padre nos habla de los: Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz. La paz es un valor al que debemos aspirar y sentirnos responsables de su construcción y cuidado, hablamos del anhelo de muchos hermanos que hoy caminan en busca de un lugar en el mundo que les asegure el derecho a vivir en paz. Este año Francisco ha querido asumir esta voz y nos la propone como reflexión al comienzo de un año nuevo. Son muchas las causas de este camino de dolor de los migrantes pero, sobre todo, de los refugiados. Esta realidad se presenta como un desafío humanitario sea a los gobiernos como a la sociedad.

El Santo Padre desde una mirada contemplativa de fe, tomando palabras de Benedicto XVI, nos dice: “tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuya destinación es universal, como enseña la doctrina social de la Iglesia. Aquí encuentran fundamento la solidaridad y el compartir” (3). Esto no es automático, requiere de reflexión y grandeza. Por ello busca: “guiar el discernimiento de los responsables del bien público, con el fin de impulsar las políticas de acogida al máximo de lo que permita el verdadero bien de la comunidad, es decir, teniendo en cuenta las exigencias de todos los miembros de la única familia humana y del bien de cada uno de ellos” (3).

 Nos propone cuatro actitudes orientadas a la acción: “acoger, proteger, promover e integrar” para encontrar una solución a los problemas que, en algunos casos, adquieren el rostro de una gravedad de la que no podemos quedar indiferentes. Si bien hay una tarea principal que cabe a los Estados y en sus Pactos Internacionales, que reclama, sin embargo, hay una fuerza de los ciudadanos que adquiere un valor importante en estos momentos. Va a concluir con las sabias palabras de san Juan Pablo II: “Si son muchos los que comparten el sueño de un mundo en paz, y si se valora la aportación de los migrantes y los refugiados, la humanidad puede transformarse cada vez más en familia de todos, y nuestra tierra verdaderamente en casa común” (5).

Reciban de su obispo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz