domingo, 10 de septiembre de 2017

La corrección fraterna.

                   Mons. José M. Arancedo.
 Este domingo Jesús nos propone el tema de la corrección fraterna. Se trata de una de las enseñanzas que es expresión de una vida cristiana madura, es decir, que ha comprendido y vive la exigencia de la fe en la caridad.
El texto nos dice: “Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha habrás ganado a tu hermano” (Mt. 18, 15). Ante todo nos habla del otro como hermano, esto ya nos ubica en un plano de fe donde Dios es Padre de todos. De ahí surge que el primer precepto de la moral social es: “todo hombre es mi hermano”. Sobre esta base de fe que tiene un alcance universal debemos acercarnos, con mayor exigencia diría, a ver nuestras relaciones con esos hermanos con quienes formamos una misma comunidad. Pero no podemos, por lo dicho, reducir la exigencia de corrección del evangelio solo a mis hermanos de comunidad.

La enseñanza de Jesús es realista, nos habla de una comunidad concreta donde existe el pecado y los conflictos. ¿Qué hacer frente a ellos? En primer lugar no negarlos, tampoco sentirnos ajenos, Jesús nos habla de una actitud que implica involucrarme en la vida de mi hermano, pero no de cualquier manera. Ello tiene sus exigencias, no somos jueces sino hermanos que nos debemos ayudar a crecer en la verdad y el amor. Esto significa una actitud de humildad en la que nos reconocemos también frágiles, antes de decir una palabra de corrección, es decir, no sentirnos superiores frente a quien queremos ayudar con una palabra de corrección, sino hermano. Este es el camino y la fuerza del evangelio que nos hace crecer en nuestras relaciones y en la vida de la comunidad cristiana.

 El Señor va a concluir esta enseñanza con una referencia a la oración que no es un agregado, sino la certeza de su presencia en medio de la comunidad a la que la acompaña: “También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo mi Padre se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy presente en medio de ellos” (Mt. 18, 19-20). Esto refuerza la conciencia de que la “comunidad orante” es el lugar privilegiado de la presencia el Señor, a quienes les ha prometido estar siempre. Oración, corrección fraterna y reconciliación son los pasos seguros del Evangelio porque el Señor está comprometido. En esto se manifiesta el nivel de una vida cristiana.

 Reciban de su obispo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz