domingo, 26 de marzo de 2017

Mil dólares a quien muestre los 30.000 desaparecidos.

Por Agustín Laje
Y llega otro 24 de marzo más. El día de la memoria poco memoriosa; de la historia descuartizada por criterios ideológicos, y de la justicia solo para algunos.
El día en el que el relato setentista irrumpe con toda su fuerza otra vez, y nos sumerge en el ya clásico cuento de ángeles y demonios.
Es así que muchas cosas no te serán contadas este 24 de marzo. En primer lugar, harán lo imposible por descontextualizar. Los grandes medios y los políticos tomarán esta fecha como si antes del 24 de marzo de 1976 no hubiera habido historia, como si el gran drama que vivimos los argentinos se hubiera originado ese mismo día porque, de repasar un poco hacia atrás, su relato se haría trizas.
Así, no te contarán por ejemplo que Argentina en esos años atravesó una guerra contra el terrorismo; que las organizaciones terroristas cometieron entre 1969 y 1979 la cantidad de 21.644 atentados; que para ello, contaban con el respaldo de Estados extranjeros como el cubano, y de organizaciones terroristas internacionales como la OLP de Yasir Arafat.
Por supuesto que mucho menos te dirán que el 52% de estos atentados fueron perpetrados en período democrático, entre el 25 de mayo de 1973 y el 23 de marzo de 1976, y que, por lo tanto, los objetivos de las organizaciones terroristas no fue “luchar contra la dictadura para devolvernos la democracia”, sino luchar contra la democracia para instaurar su propia dictadura. Por cierto, tampoco te contarán que durante el gobierno democrático anterior al 24 de marzo se registraron cerca de 1.000 desaparecidos.
Obviamente, ni la clase política ni los medios mencionarán sus propias responsabilidades en el drama en cuestión. Los radicales olvidarán que su partido durante el Proceso nada menos que 310 intendencias y que su líder, Balbín, solicitó a Videla el golpe; los peronistas se harán los distraídos respecto de la verdadera significación de los decretos de aniquilamiento del terrorismo que ellos firmaron; los socialistas no reconocerán que hombres de sus filas, como Americo Ghioldi, fueron también parte del gobierno de facto en calidad de embajadores; la gente del Partido Comunista querrá borrar de la historia que el 25 de marzo de 1976 lanzó un comunicado de adhesión al gobierno de Videla subrayando que “era necesario y urgente cambiar el rumbo”.
¿Y qué decir de la prensa? Por supuesto, ninguno de los grandes medios te contará cómo, mientras la guerra contra el terrorismo tenía lugar, clamaban por el1 pronunciamiento militar.
Lo que seguro te repetirán hoy, es lo mismo que vienen repitiendo desde hace años: el mito de los 30.000 desaparecidos. Una mentira a sabiendas; un engaño reconocido como engaño; una estafa ideológica en nuestras propias narices.
Lo que nadie dirá hoy, sobre este tema, es que no existieron 30.000 desaparecidos, y que 8.000 y 30.000 no es lo mismo por una sencilla razón: cada dígito es una vida humana, no un puntito más para lograr un impactante banderín político. Si tenemos informes serios al respecto, financiados por el Estado argentino, que han sido el producto de muchos años de trabajo que llega hasta nuestros días, ¿por qué quedarnos con la mentira en lugar de aceptar la verdad?
Antes de la CONADEP, otros organismos se tomaron el trabajo de estudiar el asunto. En los años `80 la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos hablaba de 6.000 desaparecidos; según Amnistía Internacional, el número rondaba los 4.000, mientras la Comisión Interamericana de Derechos Humanos recogía 5.580 casos.
El primer listado que conformó la CONADEP contabilizó 8.961 desaparecidos. Dado que tenía errores garrafales, como poner entre los desaparecidos a la ex jueza de la Corte Suprema de Justicia de los Kirchner, Carmen Argibay, el listado fue depurado durante el gobierno de Néstor. El total de desaparecidos ahora era de 7.089, pero si nos atenemos a los desaparecidos durante el gobierno que empieza el 24 de marzo de 1976, la cifra baja a 6.447.
No soy una persona de grandes recursos, pero sí soy una persona que detesta que le mientan en la cara. Es por eso que hoy quiero hacer la siguiente oferta: le daré 1000 dólares a quien me presente un listado con 30.000 desaparecidos comprobables. Supongo que si algunos de todos esos que repiten el eslogan en cuestión disponen de esta información, podrán no sólo mostrarle a la sociedad que lo que yo digo está equivocado sino que, además, me sacarán de las manos mis propios ahorros.
Ayudá a compartir este breve artículo, a ver si alguien nos desmiente


Prensa Republicana (23/3/17)