jueves, 17 de noviembre de 2016

Una maldición de su amante le llevó a la enfermedad – pero también a la conversión


El actor colombiano Iván Gutiérrez cuenta su experiencia en un libro que se ha convertido en best-seller.
Hacia 1996 el colombiano Iván Gutiérrez era un hombre joven y comenzaba a concretar los sueños que por años había anhelado. El éxito le mostraba su rostro amable o al menos eso era lo que él suponía…
Nacido a fines de los años sesenta en Pácora -zona rural y cafetera de Colombia-, de niño gustaba recorrer las calles del poblado que seguían el movimiento ondulante de los montes en que está inserta la ciudad. Con los años el pequeño Iván emigraría hacia la gran urbe, Bogotá, en busca de un futuro bienestar anhelado por años.
Su testimonio -que ha entregado mediante entrevista para Portaluz– da cuenta de esa afirmación y el regalo de la gracia, sanadora y liberadora de las heridas generacionales que lo impulsaban al pecado…
Con tesón Iván logró contratos como modelo publicitario y papeles secundarios en algunas producciones televisivas a los pocos meses de llegar a Bogotá. Luego comenzaron a reconocerlo en la vía pública, le pedían autógrafos y disfrutaba sin cuestionarse del dinero, las borracheras y el sexo con distintas mujeres, sin comprometer su vida con ninguna en específico.
Maldecido
Tras dos años en esa forma de vida y sintiéndose en la plenitud de sus capacidades físicas de un momento a otro se enfermó.
Sentía dolores de estómago insoportables y se le agudizó además un tic que tenía desde niño -recuerda-, haciéndole mantener la cabeza ladeada. Para su pesar los médicos sólo encontraron ulceraciones en su estómago, sin poder definir las causas que provocaban aquél deterioro físico y psicológico. Tras diagnósticos errados, incluso de cáncer, tratamientos sin resultado y murmuraciones en el medio actoral, Iván estaba desesperado.
Mirando la verdad
Habiendo descuidado por años su vínculo con Dios y sin claridad de los riesgos que implicaban para su salud integral algunas decisiones que tomaría, nos cuenta que deambuló buscando ayuda por iglesias evangélicas, brujos, adivinos, yoga y lectura de tabaco. Pero Dios vendría a su encuentro… “Finalmente soy el fruto de una mamá que oraba, rezando el rosario, de una mamá despidiéndome con la bendición y saludándome con la bendición  y eso tarde o temprano dio sus frutos en mi vida”, cuenta Iván.
Está convencido que por las oraciones que su madre “sembró”, Dios se compadeció y comenzó  a guiarlo. “El Espíritu Santo, le ilumina la conciencia y le hace caer en cuenta las consecuencias del pecado”, confirma. Así llegó hasta un grupo de la renovación carismática católica, donde en oración el Espíritu Santo le mostró a un miembro de ese grupo cuál era la raíz del mal que lo afectaba, confidencia Iván…
Estaba expuesto a la acción demoníaca
Una de sus amantes, furiosa por haberlo perdido y comprender que él era un hombre mujeriego, había invocado un maleficio para dañarlo. Hoy Iván recuerda con paz a esa mujer, a quien ha perdonado.
Para saber más:
¿Qué hay de cierto en la magia y los maleficios?
En su conversión fue clave, dice, la guía de un sacerdote para regresar a la iglesia. Su liberación comenzaría al confesarse. Luego -advierte- ocurrieron signos explícitos de sanación…
“En la medida que me fui dando cuenta del pecado que había dentro de mí -borracheras, mujeriego, la droga en un momento de mi vida, como afecté a mi mamá, a mi papá, las prácticas de adivinación y brujería en que había incurrido-… ahí empieza el Señor a liberar”.
Finalmente, por indicación del confesor Iván nos dice que fue nuevamente a los médicos para ser evaluado, incluida una endoscopía. Estaba completamente sano… “y las tres llagas que tenía se desaparecieron”.
Para saber más:
¿Cómo distinguir una verdadera posesión demoníaca de un caso patológico?
Para  él lo ocurrido es por obra de Dios y no se trata del sacerdote que intervino… “Esto es un proceso de fe. A quien lea esta entrevista busque a su sacerdote en su pueblo, en su ciudad”.
Comunicando la alegría del perdón
Así como él fue perdonado también Iván hizo lo propio con quien le había maldecido. “Dios me dio la sanidad de ir a buscar a esta mujer, la busqué y le dije: si no hubiera sido por usted, yo, ni mi familia nos hubiéramos acercado a  Dios”.
No es menor la transformación de Iván, porque luego de aquella primera confesión comenzó a nacer en él su vocación de apostolado, viviendo en castidad por más de 13 años hasta contraer matrimonio hace algunos meses.
Adaptación de un artículo originalmente publicado por Portaluz
Quien desee conocer en detalle el testimonio de Iván, puede adquirir su libro: “¿Por qué le pasan cosas malas a gente buena?”, que ya ha vendido más de 140 mil ejemplares.

Portaluz

15 de noviembre, 2016