martes, 20 de septiembre de 2016

Lo legal y lo legítimo


Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (17 de septiembre de 2016) 

¿Ustedes han pensado alguna vez en la diferencia que hay entre legal y legítimo? Se puede buscar en el diccionario, pero la diferencia es de conceptos de los cuales dependen comportamientos, y no sólo comportamientos, sino todo un ordenamiento. 
Lo legal es aquello que está de acuerdo a la ley. Se sanciona una ley y lo que dice la ley es legal, hay que cumplirlo. Ahora bien, esa ley sancionada por mayoría, de acuerdo al esquema democrático que nos rige, puede ser una ley no legítima. ¿Qué quiere decir que no es legítima? Quiere decir que no es conforme a justicia. Y es así porque, desgraciadamente, se pueden sancionar leyes que no son justas, son leyes injustas, inicuas. Entonces, no legítimas. 
Hay ejemplos. Voy a dar algunos ejemplos delicados, pero que tienen un influjo enorme en la sociedad. La ley de identidad de género ha sido reglamentada además por el gobierno anterior y según esa reglamentación se torna obligatorio que se ofrezca a personas que quieren hacerlo, toda clase de cirugías para adecuarse el cuerpo al modo como ellos sienten su personalidad. Se trata de un sector minúsculo de la población. Son operaciones gratuitas, según el PMO (Programa Médico Obligatorio). Vienen del exterior, incluso, personas en esas condiciones a hacerse estas cirugías. Hay una lista muy extensa de nombres, nombres rarísimos que yo no he podido retener, que definen que se extirpan órganos o se ponen imitaciones para adecuar el cuerpo a lo que la persona siente que es. Eso es legal pero me pregunto: ¿Es legítimo? ¿Es conforme a justicia? Porque se trata siempre de grupos minoritarios y resulta razonable confrontar estas operaciones muy específicas con la situación que se vive en el país acerca del cuidado de la salud de la inmensa mayoría, de la totalidad de los ciudadanos. 
Todos sabemos que hay chicos desnutridos, hay chicos que pasan hambre y sufren por eso daños perpetuos. Todos sabemos muy bien que en los hospitales públicos hay cirugías necesarias, por enfermedades reales que no se hacen o que demoran por falta de insumos o por lo que fuere. Los pobres deben aguardar eternamente para ser atendidos de manera insuficiente. Nos es bien conocida la situación de los ancianos, de personas que tienen enfermedades graves y que no reciben la medicación que necesitan. ¿Y, entonces, porqué en virtud de una disposición que es legal se está faltando al cumplimiento de necesidades y obligaciones que son conforme a justicia y que son verdaderamente competencia que el Estado tiene? Los jueces se pliegan a esta injusticia y “aprietan” con sus fallos a las obras sociales. 
Esto implica que hay un cierto desorden en la vida democrática argentina. Es verdad que lo estoy compartiendo con ustedes, amigos televidentes, que no son legisladores, pero es una cuestión a pensar políticamente. Y aquí no se está haciendo discriminación de nadie, muy por el contrario, sino que yo me estoy refiriendo, y estoy haciendo fuerza, en este hecho: ¿Por qué tantísima gente, una gran mayoría del pueblo argentino pasa tanta necesidad en cuanto al cuidado de su salud y, en cambio, se gasta en pequeños grupos que resultan? Insisto: no quiero discriminar a nadie y tengo el máximo respeto por todas las personas. ¿No sería una especie de discriminación al revés, que la población mayoritaria que sufre tantas carencias sanitarias quede relegada del modo que sabemos?. 
Esta es una de las consecuencias de confundir lo legal con lo legítimo. Lo legal tiene que ver con un ordenamiento que se sanciona de acuerdo a los procedimientos legislativos del país, las iniciativas de los políticos y las influencias que reciben; lo legítimo tiene que ver con la verdad, con la justicia, con la realidad moral de las cosas. 
Se lo digo a ustedes porque me parece que es importante que todo el pueblo argentino cobre conciencia de esto, acerca de lo que está pasando, porque cada tanto, surgen las quejas razonables, justificadas de tantísima gente. Yo mismo he visto, cuando voy al policlínico o a tal o cual hospital de mi jurisdicción las colas inmensas de pacientes, que están esperando allí horas y horas, que no son atendidos o que no pueden ser atendidos como lo necesitan porque el sistema no funciona, más allá de la buena voluntad de los médicos. 
Esto es algo que tiene mucho que ver con la realidad social, con la equidad social, sencillamente con la justicia. 


Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata