viernes, 8 de abril de 2016

Amoris Laetitia: “Sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena”

Amoris Laetitia vuelve a beber del magisterio de S. Juan Pablo II en ‘Familiaris Consortio’ y recuerda que el divorcio es un mal y que la integración siempre debe hacerse evitando el escándalo. La clave del Papa para los divorciados vueltos a casar: “Guiar, discernir, integrar”.


El texto, como adelantó INFOVATICANA, lleva la firma del Papa del día de San José, 19 de marzo, y se divide en los siguientes nueve capítulos:

Introducción (1-7)
En la introducción, el Papa Francisco propone el principio de inculturación: cada región puede buscar soluciones adecuadas para su cultura y tradiciones locales.

El Santo Padre advierte que “no todos los debates sobre cuestiones doctrinales, morales o pastorales necesitan ser resueltos por las intervenciones del Magisterio”.

Asimismo, se pide evitar dos posturas: la que busca el cambio total de forma irreflexiva y la que busca resolver todo mediante la aplicación de normas.

Capítulo uno: “A la luz de la Palabra” (8-30)

El Papa invita a reflexionar sobre los textos de la Sagrada Escritura, en los que se recogen en numerosas ocasiones historias de familias, nacimientos, historias de amor y crisis familiares.

La familia, reflexiona el Santo Padre, se ha enfrentado con el pecado desde los primeros momentos. La Palabra de Dios no proporciona ideas abstractas, sino que constituye una fuente de consuelo para las familias que experimentan la dificultad o el sufrimiento.

Capítulo dos: “Las experiencias y los retos de las familias” (31-57)

En el segundo capítulo, el Papa considera la situación actual de las familias. Reconoce que las familias se enfrentan a muchos retos, desde la migración hasta la ideología de género que pretende negar la diferencia entre los sexos. Invita a diferenciar entre las “teorías” aceptables de interpretación de la realidad y de las “ideologías” arbitrarias.

El Santo Padre hace hincapié en la necesidad de escuchar la realidad y de atender a situaciones concretas. Además, llama la atención sobre el individualismo imperante que dificulta que una persona se dé generosamente a sí misma. He aquí un cuadro interesante de la situación: “El miedo a la soledad y el deseo de estabilidad y fidelidad coexisten con un temor creciente a quedarse atrapado en una relación que podría dificultar la consecución de uno de los objetivos personales” (AL 34).

Invita a evitar alejarse de las situaciones concretas por y recuerda que Jesús propuso un ideal exigente, pero “nunca dejó de mostrar compasión y cercanía a la fragilidad de los individuos como con la samaritana o la mujer sorprendida en adulterio”.

Capítulo tres: “Mirando a Jesús: La vocación de la familia” (58-88)

En este capítulo se describe la vocación de la familia en base a las enseñanzas del Evangelio y de las enseñanzas de la Iglesia. El Papa abordar en este capítulo los temas de la indisolubilidad del matrimonio, la naturaleza sacramental del matrimonio, la transmisión de la vida y la educación de los hijos. Gaudium et Spes del Vaticano II, la Humanae Vitae de Pablo VI, y Familiaris consortio de Juan Pablo II son los documentos más citados.

El Papa señala que se encuentran elementos positivos en otras formas de matrimonio de otras confesiones religiosas, además del verdadero matrimonio natural. El Santo Padre recuerda también a las familias heridas y a que los obispos se dispongan a discernir bien las distintas situaciones.

Francisco recuerda que el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos y pueden existir factores que limitan la capacidad de tomar una decisión.

Capítulo cuatro: “El amor en el matrimonio” (89-164)

El cuarto capítulo trata del amor del matrimonio, que se ilumina con el Himno de San Pablo en 1 Corintios 13: 4-7. Este capítulo es una exégesis minuciosa del texto paulino y del amor humano.

El capítulo concluye con una reflexión muy importante sobre la “transformación de amor”, porque las vidas son cada vez más largas y los matrimonios duran más años y “la decisión inicial tiene que renovarse con frecuencia”.

“No hay ninguna garantía de que se vaya a sentir de la misma manera a lo largo de la vida. Sin embargo, si una pareja puede llegar a un proyecto de vida común y estable, pueden amarse unos a otros y vivir como uno hasta que la muerte los separe, disfrutando de una intimidad enriquecedora “(AL 163).

Capítulo cinco: “El amor hecho fecundo” (165-198)

El quinto capítulo se centra por completo en la fecundidad y la procreación de amor. Se habla de dar la bienvenida a una nueva vida, sobre el periodo de espera del embarazo, sobre el amor de una madre y un padre.

El Papa aborda el tema de la paternidad responsable, y critica el feminismo cuando promueve la uniformidad y niega la maternidad.

Capítulo seis: “Algunas perspectivas pastorales” (199-258)

En el sexto capítulo, el Papa trata las diversas perspectivas pastorales que están destinadas a formar familias sólidas y fructíferas de acuerdo al plan de Dios.

El Santo Padre reconoce “que los ministros ordenados a menudo carecen de la formación necesaria para hacer frente a los complejos problemas que enfrentan actualmente las familias” (al 202). Se necesita mejorar la formación afectiva de los seminaristas.

También considera importante el Papa la preparación de los novios para el matrimonio, acompañados por las parejas en los primeros años de vida matrimonial.

En cuanto a los divorciados vueltos a casar, la exhortación hace hincapié en la importancia de la reciente reforma de los procedimientos de anulación del matrimonio. Se destaca el sufrimiento de los niños en situaciones de conflicto y concluye: “El divorcio es un mal y el número cada vez mayor de divorcios es muy preocupante. Por lo tanto, nuestra tarea pastoral más importante en lo que respecta a las familias es el fortalecimiento de su amor, ayudando a curar heridas y trabajando para prevenir la propagación de este drama de nuestro tiempo “(AL 246).

En cuanto a los homosexuales, reafirma la necesidad de respetarlos y de abstenerse de cualquier discriminación injusta y toda forma de agresión o violencia.

Capítulo siete: “Hacia una mejor educación de los niños” (259-290)

El Papa Francisco ha recomendado a los padres que eviten “una nociva invasión” de la vida personal de sus hijos porque, asegura, “la obsesión no es educativa”, aunque “siempre haga falta una vigilancia”.

“La obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo”. Francisco ha señalado que “la familia no puede renunciar a ser lugar de sostén, de acompañamiento, de guía” de los hijos y ha recomendado que “no se debe dejar de preguntarse quiénes se ocupan de darles diversión y entretenimiento, quiénes entran en sus habitaciones a través de las pantallas”.

El Santo Padre también pide que los padres se responsabilicen de la educación de sus hijos y no deleguen toda la responsabilidad en las escuelas, especialmente en lo referente a la formación moral.

Asimismo, el Papa ha defendido la educación sexual con un “sano pudor” y ha criticado la definición de “sexo seguro” que, señala, “transmite una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural”. “Es difícil pensar la educación sexual en una época en que la sexualidad tiende a banalizarse y a empobrecerse”, señala el pontífice, al tiempo que propone una educación sexual que sólo puede entenderse en el marco de una educación para el amor y la donación.

“Sin el pudor podemos reducir el afecto y la sexualidad a obsesiones que nos concentran solo en la genitalidad, en morbosidades que desfiguran nuestra capacidad de amar y en diversas formas de violencia sexual que nos llevan a ser tratados de modo inhumano o a dañar a otros”, añade.

Respecto a la virginidad, Francisco afirma que “tiene el valor simbólico del amor que no necesita poseer al otro, y refleja así la libertad del Reino de los Cielos. Es una invitación a los esposos para que vivan su amor conyugal en la perspectiva del amor definitivo a Cristo”.

Capítulo ocho: “Guiar, discernir e integrar la debilidad” (291-312)

El matrimonio cristiano, reflejo de la unión entre Cristo y su Iglesia, se realiza plenamente en la unión entre un hombre y una mujer, que se entregan el uno al otro en un amor exclusivo y de fidelidad, hasta la muerte y abierto a la transmisión de la vida. Otras formas de unión contradicen radicalmente este ideal.

Respecto a los divorciados vueltos a casar, el Papa explica que para ellos puede haber alguna manera de participar en la vida de la comunidad, sea en tareas sociales, en reuniones de oración o de la manera que sugiera su propia iniciativa, junto con el discernimiento del pastor.

Francisco recuerda que los divorciados en nueva unión pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral. “Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio. No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren”, sostiene.

“Respecto a un enfoque pastoral dirigido a las personas que han contraído matrimonio civil, que son divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven, compete a la Iglesia revelarles la divina pedagogía de la gracia en sus vidas y ayudarles a alcanzar la plenitud del designio que Dios tiene para ellos”

Capítulo nueve: “La espiritualidad del matrimonio y de la familia” (313-325)

El Papa afirma claramente que “los que tienen profundas aspiraciones espirituales no deben sentir que la familia resta valor a su crecimiento en la vida del Espíritu, sino más bien lo ven como un camino que el Señor está usando para conducirlos a la altura de la unión mística “(AL 316).

En el último párrafo del Papa afirma: “Ninguna familia desciende del cielo perfectamente formado; las familias necesitan constantemente para crecer y madurar en su capacidad de amar … Todos nosotros estamos llamados a seguir luchando hacia algo más grande que nosotros y nuestras familias, y cada familia debe sentir esta constante tensión. Hagamos de este viaje ya que las familias, vamos a seguir caminando juntos. (…) Que nunca desanimarse a causa de nuestras limitaciones, ni nunca dejar de buscar la plenitud de amor y de comunión que Dios ofrece por delante “(AL 325).

La exhortación termina, como es habitual en Francisco, con una oración que nos propone para rezar a la Sagrada Familia.