lunes, 22 de febrero de 2016

El pontificado y la homosexualidad.


por Alfonso Gómez Rossi
Pío IX (1846-1878) no es un nombre que escuchamos frecuentemente en la actualidad mexicana, pero es el Papa que los historiadores y politólogos han definido como el Pontífice que le dio forma a un nuevo estilo de papado que predominaría hasta nuestros días.
Es interesante hacer esta afirmación considerando que Pío IX hizo todo lo posible para que su pontificado fuera una continuación del Papado medieval (476-1453 d.C.), o por lo menos que siguiera los lineamientos del Congreso de Viena (1815), que había determinado que Europa seguiría un curso conservador que contrarrestara los efectos de la Revolución francesa y las guerras napoleónicas.
Lo que nos interesa en este artículo fue la manera en la que el Papa Pío IX declaró la guerra a la modernidad y al liberalismo a través del Syllabus de errores de 1854, en el que condenaba toda una serie de teorías que desde su personal punto de vista afectaban de manera negativa el mensaje de Cristo.
A pesar de que han transcurrido 162 años desde que Pío IX le declaró la guerra al liberalismo y a pesar de que ocurrió un Concilio Vaticano II—momento en el que Juan XXIII quería hacer un aggiornamento que actualizara a un catolicismo anticuado--podemos observar que la postura respecto a  la homosexualidad desde el papado es un tema incómodo.
Vislumbramos a un Papa carismático que se rehúsa a aceptar que los hombres y mujeres con preferencias por personas de su mismo sexo tengan los mismos derechos que el resto de la población heterosexual; esto a pesar de que el Papa afirma que la iglesia debe ser más incluyente, que por un lado que él no es nadie para juzgar a los homosexuales, y por otro afirma que las uniones gays no son parte del esquema divino ya que esto le corresponde a las uniones heterosexuales.
Los homosexuales deben ser acompañados y tolerados en la Iglesia, pero no se les permite gozar de la felicidad de lo que la Iglesia define como un matrimonio o una familia.
¿Cómo podría la iglesia aceptar que la homosexualidad no es mala?
Descubriendo que tras la preferencia existe un componente biológico, genético y por lo tanto natural.
Esto lo afirma Anne Fausto Sterling que nos informa que sólo bajo esta condición sería más fácil aceptar la homosexualidad porque se podría categorizar como natural.
Este argumento es el que usó el Vaticano para justificar que la homosexualidad no es un pecado en si mismo—como lo demuestran los documentos que ha expedido el Vaticano sobre el tema y que cita Juan Carlos Herrero Brasas de 1976; lo que lo convierte en pecado es el contacto genital y el goce que de ello se deriva lo que distancia a los gays y lesbianas de la institución católica.
Probablemente demostrar que la homosexualidad es genética o producto de algún proceso natural del cuerpo no es suficiente para la iglesia, ya que podría argüir posteriormente que la persona debe vivir una vida casta, pero para el movimiento LGBT que busca ser aceptado por la Iglesia Católica los homosexuales abrazan un argumento esencialista que justifique que Dios los creó así.
De acuerdo a Didier Eribon el argumento natural puede toparse con dificultades si se demuestra que las preferencias homo-eróticas no son genéticas y que son adquiridas después del nacimiento, ya que la Iglesia Católica podría afirmar que son una construcción debida a traumas de la infancia y la exposición a una cultura urbana hedonista que busca solamente el placer.
Si siente querido Lector que hemos ido en círculos sobre el tema, tiene razón. El debate parece no tener una solución satisfactoria para la comunidad LGBT que aún enfrenta discriminación cuando se usan términos que los encasillan en lo anormal.

Twitter: @Fofi5

Sábado, Febrero 20, 2016. 
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