viernes, 27 de noviembre de 2015

El odio como religión.

Por José Ismael Bárcenas SJ 
¿Qué es lo que mueve a matar por motivos religiosos?
Es complejo entender y difícil asimilar los odios que se van acumulando en alguien para salir con la determinación de asesinar a “esos”, a los “otros”, a los “distintos”, a todos. Es triste leer sobre la sangre fría con que dispararon los terroristas a aquellos que disfrutaban del ocio nocturno de París. ¿A qué se debe tanta radicalización y fanatismo?
En mi país, México, resulta preocupante cómo jóvenes, que crecieron en medio de la miseria y en ambientes familiares disfuncionales, durante la adolescencia son captados por el crimen organizado. Para estos jóvenes, el pertenecer a la pandilla o al grupo da identidad y el estar dispuestos a matar da sentido a sus vidas. Ser distinguidos por sus alias, apodos y motes, alcanzar fama por su vileza y crueldad en el atraco, secuestro o cuando la hacen de sicarios es algo que los saca del ser “nadies”. Este modo de ganarse la vida (o perderla) extrae del anonimato, de la pobreza y da la sensación de estar protegido por el clan. Por cierto, llama la atención nombres como “los caballeros templarios” o “la familia michoacana” para ver el condimento de tribu o de secta de algunas organizaciones de narcotraficantes. Creo que hay algo de esta marginación y el no sentirse parte de la sociedad, ni de la cultura, lo que hizo que estos jóvenes con ciudadanía europea, junto a una desviada manera de practicar su religión, atizando resentimientos, fueran caldo de cultivo para que se convirtieran en terroristas. Por cierto, recomiendo una película francesa: El odio (La Haine, 1995, director: Mathieu Kassovitz).
Por otra parte, hablando desde mi ser católico, observo ciertos fundamentalismos que encuentro, por ejemplo, en comentarios que aparecen regularmente en las publicaciones de sitios como Religión Digital. A cualquier noticia, especialmente a las que van en la línea de apertura eclesial, viene una oleada de descalificaciones e insultos de gente que exhibe una arrogancia y soberbia al jactarse como dueños de la verdad y del dogma. Tal cual, si pudieran, volverían a encender hogueras para quemar herejes. Y muchos serían los apóstatas, todos los que no piensan como ellos. Y ahí encontramos intolerancia, miedo y odio al diferente, deseo de afirmarse anulando al otro, ganas de imposición de lo que se juzga que debe ser y el justificar las propias rabias como si fueran designios divinos. También aquí hay los que se autoproclaman elegidos para poner orden y tienen sed de cercenar gargantas a infieles.
La religión puede ser muy peligrosa si no va acompañada de inteligencia. Para el fundamentalista de cualquier credo no existe el deseo de utilizar la razón para analizar críticamente textos sagrados o cánones. Es importante entender contextos históricos donde se dijo tal frase, descifrar qué simboliza cierta imagen o metáfora, desentrañando su contenido y, así, poder expresar su mensaje en códigos que podamos apreciar en el presente.
Los atentados de París me han invitado a que cuestione mi fe y haga un repaso de lo que sí creo y de lo que no. Creo que la religión puede ser conducto para aprender a relacionarnos con Dios y convivir de mejor manera con los demás. Creo que la religión puede ayudarnos a aprender a amar y a perdonar, no lo contrario. Creo que la religión puede ayudarnos a respetar las creencias de los demás, incluso si deciden no creer. Y en esta línea, termino compartiendo esta oración que hizo un amigo:
Creo en Dios que vive en mí y en ti.
Creo en la vida que es luchar y construir.
Creo en ti que me das la mano.
Creo en la verdad que es luz en la oscuridad.
Creo en la comunidad que construye la verdad.
Creo en la compasión que me hace espiritual.
Creo en la humildad que me hace uno con los demás.
Creo en la paz que me hace más humano.
Creo en la esperanza como signo espiritual.
Creo que soy libre y dueño de mi vida.
Creo que soy yo quien construye mi propio ser.
Creo que soy uno con Cristo que es camino, verdad y vida.
Creo que soy futuro para los demás (texto: J. L. Moreno, SJ.).
Sigo creyendo que la religión puede sacar lo mejor del ser humano. Creo que creer es traducir lo que creo a la vida cotidiana.
@elmayo


El Observador de la Actualidad (26/11/15)