viernes, 3 de julio de 2020

Aborto y anticoncepción obligada en China

por Juan Pablo Ialorenzi
Desde hace años la República Popular China se viene configurando como uno de los principales actores globales, del cual dependen muchas economías, entre ellas la nuestra.
 
Esta realidad no se suele hacer consciente en occidente, quizás por lo ajeno de su cultura. Pero, tras el impacto del COVID-19, la guerra comercial con Estados Unidos y los cada vez más notables atropellos a Hong Kong por parte del PCCh, China se ubica en el centro de las noticias internacionales. Puede que esta sea una oportunidad para ver lo que esta realidad política nos puede enseñar.

El genocidio Uigur

En el reciente informe “Esterilizaciones, DIU y anticonceptivos obligatorios: la campaña del PCCh para reprimir las tasas de natalidad uigures en Xinjiang” de la Jamestown Foundation se dio a conocer que el gobierno de China obliga a las mujeres del grupo étnico-religioso Uigur, de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, a esterilizarse, utilizar dispositivos intrauterinos (DIU) y a abortar. El objetivo sería limitar la población de musulmanes uigures, aunque China sostiene que estas acusaciones son infundadas.

El Secretario de Estado norteamericano, Michael Pompeo, con un comunicado titulado “Sobre el programa coercitivo de planificación familiar y esterilización forzada de China en Xinjiang”, hizo un llamado al Partido Comunista Chino para que ponga fin de inmediato a estas horribles prácticas y solicitó que todas las naciones se unan a Estados Unidos para exigir el fin de estos abusos deshumanizantes. También la Alianza Interparlamentaria sobre China (IPAC), fundada a comienzos del mes pasado, que reúne a políticos de distintos países, declaró que el gobierno comunista recurre a “el encarcelamiento masivo, el adoctrinamiento, la detención extrajudicial, la vigilancia invasiva, el trabajo forzado y la destrucción de sitios culturales uigures, incluidos los cementerios, junto con otras formas de abuso. Las estimaciones del número de personas internadas van desde los cientos de miles hasta los asombrosos tres millones”. Afirma Gulnar Omirzakh, una víctima de estas medidas autoritarias que quieren destruirlos como pueblo.

Se está en presencia de un genocidio “lento, doloroso y encubierto”, según declara Joanne Smith Finley, experta en uigures de la Universidad de Newcastle.

En el siglo XX, las hambrunas ocasionadas por las decisiones del líder comunista Mao Zedong, produjo un gran desplome en su población. Durante esos años murieron cerca de quince millones de chinos. Por eso se buscó acrecentar rápidamente el número de nacimientos. Así la población pasó a una cifra imponente.

En 1979 entró en vigor la “política del hijo único” que fue vendida como una herramienta vital para el desarrollo del país, pero ahora lo pone el peligro, sobre todo en estos tiempos de desaceleración económica. Esta política permitía a los chinos Han tener un solo hijo, mientras que otras etnias de pueblos rurales podían tener alguno más, con los debidos permisos estatales. Se estima que mientras duró esta política se terminó con la vida de trecientos sesenta millones de niños por nacer y ya nacidos. Mayoritariamente se mató a las mujeres.

Yi Fuxian, investigador de la Universidad de Wisconsin, señaló que “China debería haber acabado con la política hace veintiocho años. Ahora es demasiado tarde”. Por lo que en las próximas décadas se reducirá gravemente la cantidad de personas en edad de trabajar, pero, además, éste todavía no es un país desarrollado. Esto puede ser una de las razones por la que China es líder en el desarrollo de la robótica.

En el 2015 se puso fin a esta política antinatalista, laxando la restricción y promoviendo dos hijos por familia, aunque, evidentemente, los controles siguen siendo férreos para las etnias menoscabadas. Después de tantos años los chinos no quieren tener hijos y la población se volvió reacia a formar una familia.

Qué podemos aprender

Cuando hablamos de política china no solo podemos ver los peligros, en términos de totalitarismo o de la implementación de inteligencia artificial en el área pública. Ahora, podemos ver, que también nos puede enseñar los peligros a largo plazo de la legalización del aborto. Este genocidio muestra al aborto y la anticoncepción obligatoria como un tipo de violencia contra la mujer y como un modo de control demográfico y menosprecio por la vida humana.

Publicado en La Prensa, 01.07.2020.
Replicado en Ética Social  02 Jul 2020