martes, 24 de diciembre de 2019

Sobre el Protocolo para la ILE



Por María Teresa Rearte
El ministro Ginés González García sostuvo, en declaraciones de público conocimiento, que “quien no quiere el Protocolo de la ILE no respeta la ley”.
 
Con lo dicho demuestra una ignorancia total y grave en alguien que ejerce la función ministerial, en cuanto a lo que ésta implica, porque no advierte que la ley está por sobre el Protocolo, que no pasa de ser una “regulación ministerial” que ni siquiera requiere la aprobación del Presidente de la Nación, por más que se trate de una decisión adoptada en el ministerio del que es su titular. Y adviértase que el Protocolo avanza sobre la objeción de conciencia, la edad en que una adolescente puede de forma autónoma solicitar la ILE. Esto es con 13 años. Se llega así a la grave irresponsabilidad de promover decisiones autónomas sin tener la debida conciencia del riesgo que implica el apresurado anticipo del ejercicio de la sexualidad. Esto con consecuencias que es la mujer niña la que tiene que asumirlas. Con lo que el ministro demuestra que poco y nada le importa la salud de la mujer.

 Hay riesgos para la salud y la vida de la madre que se podrían evitar si ésta contara con la debida atención médica en un centro de salud, al que pudiera concurrir. Y que no está a su alcance por razones de distancia, pobreza, etc. Pero en la política sanitaria promovida por el ministro lo que importa es la promoción del aborto, recurriendo según él a razones científicas con total desprecio por los datos aportados por la ciencia, en cuanto a la presencia de vida humana desde el mismo momento de la fecundación. Conste que no estoy refiriéndome a la existencia de “persona humana”, en lo que podríamos no ponernos de acuerdo. Sino a la existencia de vida humana. Pero poco y mejor es decir nada vale la vida humana para un gobierno que, por un lado sostiene con buen criterio la lucha contra el hambre, lo que implica la supervivencia de una persona. Y por el otro se atribuye la facultad de disponer la supresión de la vida concebida. Y por supuesto cargando toda la responsabilidad y consecuencias de una práctica abortiva sobre la mujer. Y dejando a buen resguardo la responsabilidad del varón que no asume que la mujer no es un objeto del que puede disponer a su antojo, e incluso recurriendo a la violencia.

 Ver y escuchar el juramento del ministro Ginés González García “por la Patria”, en medio de una risa sin motivo conocido, fue impresionante. Pero sería interesante que explicara qué significa para él el vocablo Patria. ¿Cuál es la etimología de esa palabra? Porque guarda relación con la tierra de los padres. ¿Qué padres, de qué padres podemos hablar si lo que se promueve es la eliminación de la vida concebida, incluso a una edad (los 13 años) en la que por más que se pueda tener desarrollada la sexualidad no se ha alcanzado a discernir la necesidad de ejercerla con responsabilidad, y como un componente del amor, no como un mero impulso que no se puede ni se sabe controlar?

 ¿Por qué este gobierno elude el debate democrático, en el cual ya hubo el pronunciamiento del Senado el año anterior? ¿Con qué autoridad acaba suprimiendo la objeción de conciencia de los profesionales de la salud? ¿Por qué este gobierno viene a imponer una conducta que no cuenta con la adhesión de la ciudadanía en su conjunto?

 ¿La democracia promovida por el presidente de la Nación es una democracia representativa, o estamos en presencia de una democracia delegativa, como ya pasara en anteriores gobiernos peronistas, de los que Carlos Menem fue un claro exponente?

 Este apresuramiento por imponer de cualquier forma el Protocolo de la ILE es un avasallamiento de las libertades que una República en serio debería asegurar. No ha transcurrido un mes de haber asumido el gobierno del Frente de Todos que ya se procede contra un derecho fundamental como es el derecho a la vida. En lo que no se advierte ningún interés genuino por proteger y promover la salud y la vida de la mujer madre, en lo que sí debería poner su mayor empeño este gobierno. Y es una descarnada muestra de lo que es una medicina deshumanizada, que explica la risa estremecedora que exhibió el ministro médico al momento de jurar su cargo. Y que con preocupante rapidez cuenta con la adhesión del gobierno provincial.


El Litoral  19.12.19