Marisa Ferrante, la madre de Anna Valle, confesó que durante la gestación el médico la recomendó el aborto porque la niña nacería con malformaciones múltiples. Esta mujer se encomendó a Dios y aceptó a su hija porque la quería tal y como viniera.
por Ángeles Conde/ ReL
Merecía el premio Nobel pero se lo negaron por oponerse al aborto eugenésico y defender la vida. Marisa Ferrante esperaba dar a luz a un «monstruo» según le había advertido su ginecólogo. A los 4 meses de gestación, el facultativo detectó, mediante unas pruebas, una malformación que no podía describir a la madre de la criatura.
Con energía recomendó a la paciente la necesidad de someterse a un aborto ante lo que podría nacer. Calificó de «Imprescindible» dicha intervención porque nacería una niña con numerosas deformidades, si es que el embarazo llegaba a buen puerto porque, el médico, también albergaba sus dudas. Por supuesto, la vida de la madre también correría peligro si es que se empeñaba en proseguir con la gestación.
Marisa, mujer católica que esperaba con alegría el alumbramiento de su bebé, se negó a someterse a tal práctica. «Yo quería a toda costa esa criatura» declaraba hace no mucho Marisa Ferrante. «No podía aceptar un destino tan cruel y mi tozudez me dio la razón».
Pero, junto a estas razones «humanas» existían otras «sobrenaturales» como indica Marisa: «Me encomendé a las manos de Dios y tuve a mi hija» .
Anna era un bebé perfecto
Y así fue.
En 1975 dio a luz a una niña perfectamente sana. Esa pequeña, Anna Valle, veinte años después se convertiría en Miss Italia.
En 1995 la prensa italiana calificó a la modelo como belleza renacentista por su negra melena y sus rasgos suaves. Sus ojos verdes y su 1,78 son reflejo de aquella «tozudez» de Marisa.
La propia Anna, consciente de su historia, al defender su candidatura ante el público en el certamen de Miss Italia, pidió al público que la votara a ella para «darle una alegría a mi madre».
Actualizado 6 agosto 2012
ReL