por Rosa Martha Abascal Olascoaga
(YoInfluyo) Ella se levanta a las cinco de la mañana, corre a bañarse mientras despierta a sus hijos para que hagan lo mismo. Se arregla, se maquilla, se peina mientras supervisa que sus hijos hagan lo propio.
Prepara un desayuno sencillo pero nutritivo y a las seis y media ya está en la calle llevando niños a la escuela. A las ocho está en la oficina atendiendo sus pendientes, a su jefe, a sus subordinados… a la par, un toque femenino por aquí, una palabra amable por allá, una palmadita más allá…
¿Hora de la comida?, ella no la tiene, vuela a la escuela para recoger a sus hijos y llevarlos a casa. Un sándwich es su comida diaria y regresa a la oficina, le queda tanto por hacer… más tarde que temprano, regresa a casa a continuar con sus labores: revisar tareas, supervisar estudios, poner útiles y uniformes, dar de cenar y atender al marido… si tiene buena suerte tendrá ayuda doméstica, pero sino, ella tendrá que asear, recoger y cocinar para el día siguiente.
Por fin un momento para ella… a las 11 o 12 de la noche, ver un rato de tele o leer un buen libro o hacer el ejercicio que su cuerpo requiere por salud… pero está tan cansada que sólo puede dormir para re comenzar con la rutina a las 5 am nuevamente…
Este es el cuadro de una mujer contemporánea, atosigada por su triple jornada laboral: madre, ama de casa y trabajadora… ¿liberación femenina?
La realidad, es que la crisis social se ha acentuado a medida que la mujer ha perdido su propia identidad, la capacidad de reconocer en si misma quién es, y cuál es su papel en esta vida y ha tratado de imitar al hombre en la forma y fondo de lo que hace y cómo lo hace…
Hoy, algunas de las abuelitas, como Teresa, regañan a las jóvenes por llenarse de hijos o por no salir a trabajar y realizarse profesionalmente, ellas añoran “no haberse liberado” a tiempo… hoy ella ya no tiene cabida en el mundo laboral formal por no tener ni los conocimientos ni la edad adecuada y siente que su vida fue perder el tiempo, sin considerar que educó a cinco hijos, sostuvo un matrimonio a pesar de todo y fue una excelente ama de casa… pero está frustrada.
Hoy, los derechos humanos ya no son tan “humanos”… pues se dividen en “derechos de la mujer”, como si fuese una sub raza humana que mereciera derechos aparte y diferenciados de los derechos de los hombres…
Hoy, hay que darle chance a las mujeres a través de una “cuota de género” para que tengan acceso a los puestos de elección popular, aunque sea por imposición, como si su capacidad no pudiera ser demostrada en una lid limpia, equitativa y justa con los hombres…
El gran problema…
Hoy la sociedad enfrenta un gran problema y esto se debe a que la mujer está en crisis, la mujer no sabe quién es, ni cuál es su esencia ni su vocación… hoy se educa a una niña para que sea exitosa profesionalmente, para que sepa hablar muchos idiomas, para que compita en igualdad de circunstancias con los hombres, para que desarrolle habilidades que le permitan llegar hasta donde ella quiera pasando por encima de quien tenga que pasar.
De alguna forma en el camino nos hemos perdido… el péndulo se encontraba en un extremo (machismo, subyugación, falta de oportunidades), pero hoy perdimos la brújula y nos encontramos en el otro extremo y pareciera que no hay intenciones de buscar el justo medio.
No son las abuelitas quienes pueden retomar el camino porque ellas mismas están “traumadas” por su experiencia de “poca realización personal”. Es por ello esencial una reflexión seria y antropológica para retomar el camino que permita a la vez que la mujer esté plena y realizada conforme a su esencia y vocación y que la sociedad encuentre ese equilibrio que le hace falta en la complementación ideal de hombres y mujeres aportando su feminidad y masculinidad en la consecución de un bien común.
¿Quién es la mujer?
La mujer es ante todo un ser humano, con cuerpo y alma; con inteligencia, voluntad y libertad y por lo mismo tiene los mismos derechos y obligaciones que el hombre. Sin embargo, hay dos formas de ser “ser humano”: hombre o mujer. Cada uno tiene características intelectuales, psicológicas y físicas propias.
La mujer, tiene características femeninas que le hacen ser de forma diferente y complementaria al hombre en diversos y múltiples aspectos de la vida. Pero si tuviéramos que escoger un solo atributo que pudiera definir ese “ser femenino”, podríamos definirlo como “capacidad de dar vida”.
Sí, la mujer es capaz de dar vida psicológica, física, intelectual, social, no sólo a quienes ama sino con quienes convive. Su capacidad de acoger y donarse es propia sólo de ella, no del hombre. Es ella quien adorna con una flor, es ella quien da calor humano en las relaciones personales y laborales, es ella quien es capaz de ser psicóloga y terapeuta y pedagoga de cuanta gente conoce, es ella quien puede ser un hombro que acoge en momentos difíciles, un bastón en quien apoyarse o una catapulta para proyectarse… sólo si conserva su esencia femenina.
Imagina un cuerpo en el cual el corazón ya no late… es un cuerpo muerto, es un cuerpo en el cual ya no circula la sangre necesaria para alimentar cada parte de si, para mantener activo al cerebro…
Imagina una sociedad sin esa feminidad… la mujer, es el corazón de la familia, de la escuela, del trabajo, de la sociedad, del país, del mundo… en la medida en que la mujer conserva su esencia femenina, ese corazón late, y ese entorno tiene vida.
Cuando la mujer pierde su esencia, lo que está a su alrededor muere, porque ella deja de cumplir con esa vocación insustituible en las relaciones humanas… una oficina sin detalles, una familia sin amor, un hogar “puerco”, sin calor, sin cuidado, una sociedad árida llena de competencia salvaje y sin tono humano… un caos.
Edith Stein… la mujer y su vocación
Edith Stein, judía conversa al catolicismo y asesinada en Auschwitz por los nazis, estudió profundamente la naturaleza y vocación femenina desde un punto de vista filosófico fenomenológico.
Su experiencia en una sociedad de principios del siglo XX y en la cultura judía como mujer, era poco promisoria. Desde joven ella buscó sus espacios contra las costumbres de la época. Sus compañeros en la universidad eran todos hombres y a ella, fuera de asustarle, la motivó para escribir sobre el papel esencial de la mujer en el mundo de hoy conservando y protegiendo su feminidad.
Su planteamiento es hoy más vigente que nunca, pues como hemos visto, a la mujer de hoy le urge entender su propia naturaleza para poder reorientar su acción y Edith Stein con su vida y con sus reflexiones, pueden darnos luces para encontrar ese camino.
Entendiendo el origen: Edith Stein plantea que Dios creó al hombre y a la mujer para ser complemento, compañía y auxilio mutuo. Sin embargo, por el pecado original sobrevino la dificultad del parto para la mujer, así como la sumisión al dominio del hombre. A su vez el hombre, en lugar de ser un buen compañero se dedicó a humillar a la mujer aunado con la tensión que tiene por la gran responsabilidad de proveer el sustento a su familia. En ambos se despertó la concupiscencia y así quedó alterada la relación de los primeros seres humanos y su descendencia.
La esencia de la mujer: Al haber sido creados hombre y mujer por Dios, somos iguales en naturaleza y dignidad aunque tenemos características propias diferentes y complementarias a la vez. A la mujer le corresponde por naturaleza, velar por la unidad de toda la personalidad corpóreo-anímica, el armónico desarrollo del ser humano. Al hombre le corresponde el crecimiento de algunos aspectos en orden a actividades más concretas y prácticas… La mujer vive y está presente con mayor fuerza en todo su ser, por lo que queda afectada interiormente por todo aquello que le ocurre al cuerpo, mientras que el hombre usa el cuerpo más como instrumento de actuación y su interior lo tiene más aislado de lo que su cuerpo pueda vivir. Por ello, cuando la mujer se entrega en una relación sexual, se está donando completamente (si no ha renunciado a su propia feminidad), y para el hombre puede ser un episodio que no le impacte en su vida futura.
La mujer, ante esta disposición natural de donación de todo su ser, es capaz de acoger una nueva vida en si misma y la función del hombre es proteger esa vida desde el exterior, desde la fuerza y el raciocinio… mientras que ella lo hará desde la psiqué, desde el amor, desde los sentimientos.
La mujer femenina, la mujer que no busca competir con el hombre, por naturaleza desea la condición de ser humano total, se fija en que quien la rodea esté bien integralmente, se compadece de los malestares, fracasos, problemas de quien le rodea, quiere ayudar a los otros a ser plenos.
La importancia de la educación de la mujer: Por naturaleza, la mujer tiene una forma de conocer más contemplativa y experiencial, no tanto conceptual, y por ello está orientada a lo concreto. Además la mujer tiene esa tendencia natural a acoger, proteger y desarrollar por lo cual puede caer en sentimentalismos porque no posee por si misma el “ethos” de la correcta actitud hacia la persona que se adquiere por la educación y puede desviarse sobreestimando su propia persona, cegándose por amor, enturbiando el juicio objetivo, teniendo un desaforado interés por los demás, lo cual no permite hacer justicia ni a la propia persona ni a los demás.
Pero es justamente una educación en los sentimientos y la voluntad, el afrontar el trabajo profesional concienzudo, lo que la llevará a ser compañera, madre, amiga, sostenimiento y apoyo equilibrado, custodia y apoyo para el desarrollo de la humanidad.
Es por ello que con una adecuada educación y formación, cualquier trabajo profesional puede ser ejercido por una mujer, “… que la mujer tiene capacidad para ejercer otras profesiones aparte de la de esposa y madre, sólo lo ha podido negar quien está ciego frente a la realidad, ninguna mujer es sólo mujer, cada una tiene sus propias inclinaciones y los propios talentos naturales como los hombres, y estos talentos la capacitan para las distintas profesiones de carácter artístico, científico, técnico.
La disposición individual puede orientar preferentemente hacia cualquier campo, incluso hacia los que parecen de por si mas lejanos a las características femeninas. Pero si se quiere hablar de estas cosas en el sentido pleno del término, tienen que ser profesiones cuyos deberes objetivos sean compatibles con las características particulares de la feminidad” decía Edith Stein.
La mujer en el mundo moderno: “Lo que la mujer ha de ser, no lo ha de conseguir en virtud de concesiones de los tiempos modernos, sino por exigencias del despliegue de la naturaleza propia del ser femenino; no es por comparación con el varón, sino por prestar atención a lo suyo, como la mujer logra ser lo que debe ser” Edith Stein.
De Edith Stein al siglo XXI.
Una mujer de la altura de Edith Stein, doctora de la Iglesia, fue capaz de poner en la mesa los principales planteamientos para reflexionar sobre la esencia del “ser mujer” que tendríamos que ser capaces de aterrizar en las circunstancias concretas de nuestra sociedad actual.
Es por ello que no existen “derechos de la mujer”, existen derechos humanos que deben ser protegidos para todos los seres humanos en todas las condiciones y etapas de su vida.
Ante la afirmación de Luciana de “no soy la criada de mi marido, ya me cansé de eso”, habría que recordar que somos complemento, hombre y mujer se necesitan mutuamente en todos los aspectos de la vida. También habría que recordarle que como en toda organización humana, se requiere de una cabeza para tomar decisiones, y que la cabeza de la familia es el hombre siempre en armonía, entendimiento y colaboración plena con su mujer.
Ante el milagro de la vida, la mujer que entiende su esencia, comprende que sus hijos son esenciales en el cumplimiento de su misión y vocación, pues en ellos se cumple cabalmente su capacidad de “dar vida”, aún cuando pueda dar también vida espiritual y emocional a otros.
Una mujer MUJER, no puede deshacerse de LA VIDA, va contra su naturaleza. Por ello el síndrome post aborto le afecta tan gravemente, está yendo contra su esencia de protección y promoción de la vida, está de alguna forma “des-naturalizandose”… si tú has batido un huevo para hacer un pastel, lo has llevado a punto de turrón y te has pasado de batido, entiendes lo que significa “des-naturalizar”… un huevo que ya no tiene las propiedades ni características de huevo… es una cosa echada a perder que no nutre, no sabe bien, ni siquiera se ve agradable…
La buena noticia, es que una mujer puede reconstruirse si lo decide y recuperar esa naturaleza perdida por una decisión equivocada.
En la convivencia diaria en el trabajo, la escuela, las organizaciones sociales, las quejas de “competencia” entre hombres y mujeres debería ser sustituida por una visión de reafirmación de la propia esencia (masculinidad y feminidad) de hombres y mujeres, que entendiendo la esencia y vocación de cada uno, buscará como potenciar esa colaboración para el bien de la institución.
De esta forma, la mujer debe desarrollarse conservando su propia feminidad.
Es por ello también que las cuotas de género y las exigencias legales para darle espacios a la mujer “obligatorios”, más que un premio se convierten en otra forma de discriminación.
Es la mujer la que a través de la educación, el estudio, el dominio de sus sentimientos conservando su propia feminidad, debe ser capaz de insertarse en las estructuras del mundo moderno para impregnarlas de esa vida que es capaz de dar.
En esencia… la mujer puede hacer de su vida lo que quiera… puede ser ama de casa, trabajadora, líder, política, artista, policía, soldado, científica… pero esencialmente debe conservar esa feminidad que le permita:
vivir y transmitir su esencia generadora y protectora de vida en todos los ambientes en que tenga que participar,
jerarquizar sus obligaciones y necesidades conforme a su naturaleza femenina para no vivir como la mujer “multiusos” que acaba olvidándose de si misma y por lo tanto no es capaz de cumplir con su misión.
Alcanzando la liberación femenina.
¿Imaginas usar la batidora para picar una verdura?... sin duda tendrá capacidad de lograr algo, sin embargo será mal hecho, poco atractivo y con una consistencia no adecuada… Extrapolando, eso mismo pasa cuando una mujer pretende ser como un hombre o viceversa… simplemente sale todo mal, pues no es esa su misión…
Es por ello que la auténtica liberación femenina vendrá en el momento en el que las mujeres reconozcamos nuestra propia naturaleza y seamos capaces de vivirla sin complejos y sin tratar de emular al hombre perdiendo nuestra esencia.
Nuestra liberación vendrá el día que seamos capaces de respetarnos como MUJERES con todas nuestras virtudes femeninas y que podamos entender que nuestra realización personal está en el cumplimiento integral de nuestra vocación conforme a nuestra naturaleza… vendrá en el momento en que comprendamos que somos el corazón del mundo, el corazón de la sociedad, de la empresa, de las instituciones, de la familia, y que debemos latir con esa feminidad capaz de dar vida.
Lunes, 21 de Mayo de 2012 00:0
Fuente: Argentinos Alerta.
Fuente: Argentinos Alerta.