por Lila Díaz D’Onofrio.
Sigo pensando que no despierto de una pesadilla. Una mujer, legisladora, que propone entregar profilácticos en las escuelas primarias a partir de la edad de once años. Una pericia psiquiátrica, se impone.
Carta abierta a la diputada Libertino.
Me dirijo a usted para confesarle que es usted de una ignorancia supina sobre relaciones humanas y sexología. Seguramente que parte de su irresponsabilidad y su desconocimiento sobre las consecuencias que llegaría a acarrear semejante propuesta aberrante, desconoce que de ninguna manera puede garantizarse que “cuidarse” para evitar una concepción no solamente no deseada sino disparatada por la inmadurez física y psíquica de los preadolescentes, es imposible de asegurar el éxito. Es más; usted parece no saber que la cantidad de embarazos en niñas púberes se debe al fracaso probado de que la llamada educación sexual encarada desde su óptica es una aberración de esta sociedad que va camino de destruirse.
Desde otro ángulo, merece el tema analizarse acudiendo a los que saben: Por ejemplo, la Doctora Gabrielle Brown, autora del libro “El segundo celibato".
En la pág. 237, leemos: “Thoreau señaló en Walden, que la castidad representa lo mejor del desarrollo creador del hombre; y lo que llamamos talento, heroísmo, santidad y cosas parecidas no son más que los diversos frutos que produce”.
El Dr. Arthur Gould llegó incluso a afirmar que “todos nuestros grandes pensadores han señalado los beneficios físicos, mentales y espirituales que derivan de la absoluta castidad”.
Debe usted saber, que Aristóteles señaló algo indiscutible. La actividad sexual es lo único que nos identifica con todos los demás animales. En consecuencia, incentivarla es lo más torpe repugnante y peligroso imaginable, además de subestimar a la especie humana, dotada, además de genitalidad, de espiritualidad e intelecto.
Propone usted -sin poder fundamentar los hipotéticos “beneficios” que se obtendrían de aplicarse la degenerada idea- que se incentive y adelante el apetito sexual desde la niñez, en su tendencia gramsciana a la destrucción de la sociedad.
Le informo que” existen algunas personas en las que el sexo no ejerce fascinación alguna porque están experimentando niveles de placer superiores al sexual” (pág. 239). Averigüe qué quiere decir: “sublimación”.
Thomas Mann escribió: “El futuro será para aquellas naciones que sean castas”.
A esta altura se preguntará usted quién está escribiendo lo que para cualquier sexópata sería un disparate: soy madre de 4 hijos, abuela de siete, maestra con 34 años al frente de grado (la mayoría de esos años atendiendo chicos del último grado) y como si fuera poco, soy Counselor. Se lo traduzco: Consultora psicológica.
Aprenda usted -nunca es tarde para rever creencias- que la continencia es una decisión mental. Y lo que nuestra mente, ordena, se cumple.
Usted está proponiendo que las mentes casi inocentes de niños por usted atacados, instalen en sus mentes el sexo como deporte. Algo que amerita que usted sea relevada de su cargo como legisladora. Su falta de idoneidad es alarmante y compromete, en este caso, nada menos que la formación de los hombres.
Analizando el resultado de permanecer vírgenes hasta el matrimonio nunca supe que provocara tragedias: no había enfermedades venéreas, embarazos sorpresivos, abortos, suicidios, interminables tratamientos psicoterapéuticos. Exactamente lo opuesto a lo que se cosecha con siembras alucinadas, carentes de moral, de auténtico amor por los jóvenes -tan susceptibles de ser influenciados, cuanto más inexpertos y crédulos-, como las que usted delira.
Legisladores, padres y docentes deben educar para el amor. Para ejercitar el dominio de los impulsos cuando ellos no son sanos, la supremacía de las inquietudes intelectuales, espirituales, deportivas y hasta religiosas. Para que cada joven sienta que animales en celo son los irracionales. Que tengan claro que el sexo es sublime cuando se practica como parte de la relación amorosa genuina, que implica comprometerse con las consecuencias que surgen para ambos integrantes de la pareja. Es más: una educación sexual en la pureza, en última instancia, provocaría la abolición de la prostitución.
Y, por si acaso: creo que con su propuesta está omitiendo respetar el 6º Mandamiento: No fornicar.
La saluda atte.
mayo 1, 2012