jueves, 15 de diciembre de 2011

Cómo mi embarazo no planificado y fuera de matrimonio se convirtió en “felices para siempre”

por Jeanne Condon
Contar mi historia es importante para compartir las reacciones de mis padres cuando les hablé de mi embarazo.
Yo tenía 24 años de edad y me desempeñaba a tiempo completo en un trabajo que realmente me gustaba.
Me había sentido muy conmocionada cuando alguien me sugirió que podría estar embarazada. Imposible, pensé. Así que me hice en casa una prueba de embarazo que de inmediato dio positivo. Respiré muy profundamente.

Conservé mi secreto por unos días mientras pensaba mucho y buscaba aliento. Por último, tomé el teléfono y llamé a mi mamá y le di mi noticia. Ella comenzó a llorar lágrimas de dolor y, me imagino, de vergüenza, por mi futuro y su presente. Yo sabía que ella me amaba y que estaba sufriendo por mí. Mamá se lo contaría a mi padre en el momento adecuado, cuando fuera.

Cuán sorprendida estuve cuando segundos más tarde sonó mi teléfono y era mi papá. Las primeras palabras de su boca, que ahora valoro, fueron “Jeanne, ¡vamos a convertir esta cicatriz en una estrella!” Alivio y gratitud para los padres que me amaban tanto desbordaron en mi corazón. Yo no iba a ser rechazada o expulsada ??a la calle para valerme por mí mismo.

Al volver al trabajo, muchas personas me dijeron que abortara y siguiera adelante con mi vida. En lo más profundo con una sabiduría que sólo proviene de Dios, respondía que el aborto es asesinato y que yo no podía matar a mi bebé.

Le hice saber al padre de este bebé que yo estaba embarazada. Él se había mudado al Estado de Texas, en los Estados Unidos de América, y aunque sugirió que nos casáramos, la falta de apoyo verbal y emocional expresada a través del teléfono me dijo con voz alta y clara que yo estaría mejor “sola y feliz que casada y miserable”.

El embarazo prosiguió y todos en mi gran familia – yo soy la mayor de seis hijos – comenzaron a entusiasmarse con el nacimiento de este primer nieto y sobrino o sobrina. Me mudé a la casa y esperé que mi bebé naciera. Daniel John hizo su llegada el 26 de abril de 1984. Mi madre y mis 4 hermanas estaban todos presentes. ¡Todos coincidieron en que la vida y el nacimiento es siempre un milagro y hubo un gran regocijo!

En mi corazón yo sabía que seríamos simplemente “nosotros dos, mamá y el bebé”, y que ningún hombre se acercaría a mí ahora, y tal vez, nunca más. Estuve cuatro meses en casa con Danny hasta que volví a trabajar a tiempo parcial en un nuevo trabajo. Mi mamá observaba y cuidaba con mucho gusto a Danny, ¡quien fue una gran bendición! ¡Ambos desarrollaron un amor muy fuerte por el otro que todavía existe hasta el día de hoy!

Las horas a tiempo parcial se convirtieron en trabajo a tiempo completo. Cuando yo llegaba a casa al final del día nos reuníamos todos en mi habitación amplia y bebíamos una cerveza (es buena para la leche materna), mientras yo cuidaba a Danny y luego lo paseaba a su alrededor para eructar y sostenerlo, ya que él sufría de cólicos. Éstas eran horas preciosas de risa y para compartir con mis hermanas y mi mamá lo que todas valorábamos.

Mi hermana más joven que me seguía se comprometió para casarse y yo me ofrecí para ser la fotógrafa. Llevé mi cámara a la tienda local de fotografía donde yo había desarrollado fotos de mi querido hijo Danny. Esperaba recibir algunos consejos sobre cómo fotografiar bodas. Brian, el gerente de la tienda, estaba allí y servicial, como de costumbre.

Cuatro días antes de la boda de mi hermana me encontré literalmente con Brian cuando él estaba saliendo de su tienda de fotografía. Me preguntó si me gustaría ir a por un refresco rápido mientras se encontraba en un descanso de 15 minutos. Yo acepté. Esa corta pausa se convirtió en 1 hora y media, donde Brian finalmente se conectó con la mujer que traía fotos de bebé y con la mujer a la que estaba instruyendo en fotografías de bodas, y que eran una y la misma persona: yo.

Cuando le dije a Brian que yo tenía un hijo de 9 meses de edad, hizo una pausa muy breve y dijo que estaba bien, y seguimos hablando. En su cabeza y en su corazón él ya sabía que yo era “la única”, porque yo le había dicho que era católica. ¡Él había estado esperando durante años encontrar una chica católica!

¡Qué maravillosa “cita” fue esa! Cuando llegó el momento de decir adiós, puse mi mano para estrechar las manos y él abrió los brazos para un abrazo. ¡WOW! ¡Entonces me preguntó si me podía ver de nuevo! Después que le dije que sí (con toda la calma que pude), me dirigí a casa como una chica muy feliz y luego irrumpí en la casa gritando para que todos oyeran: “¡Él me invitó a salir! ¡Él me invitó a salir! ¡El buen hombre en la tienda de fotografía me invitó a salir!”.

Salimos y hablamos casi todas las noches por teléfono. Después de 2 meses le pregunté a Brian cómo le gustaría que Danny lo llamara. Las palabras exactas de Brian fueron: “Dile que me llame ‘papá’!”.

Esas fueron las palabras más dulces y más entrañables que podría esperar oír, excepto tal vez: “¿Te casarías conmigo?”, las que escuché menos de un año después cuando Brian me propuso en el primer aniversario de la boda de mi hermana.

De este modo, la chica que pensaba que nadie podría amarla porque ella había tenido un hijo, se casó y vivió feliz para siempre. Celebramos nuestro 25º aniversario de boda este año con todos nuestros ocho hijos.
9 de diciembre 2011 (Notifam) –
Versión original en inglés en http://www.lifesitenews.com/news/how-my-unplanned-out-of-wedlock-pregnancy-turned-into-happily-ever-after

Traducción por José Arturo Quarracino