A Rosa Pich le gusta citar el dicho catalán que dice “si vols estar ben casat, busca-la en el veïnat” (si te quieres casar bien, búscala en el vecindario).
Sin embargo, a esta barcelonesa no le fue nada mal casarse a los 23 años con un vecino de Cantimpalos. Dan fe de ello sus 16 hijos. Los Postigo Pich forman la familia numerosa con más hijos escolarizados de España.
Aunque no se acaba de sentir cómoda con el interés mediático que suscita su caso, necesita contarle al mundo que existen, “mucha gente no se lo cree, pero nosotros hemos dicho sí a la vida” afirma
¿He oído bien? Usted tiene 16 hijos.
18. Dos de ellos murieron siendo bebés. Nacieron con una malformación cardiópata severa. Donamos sus corazones a la ciencia. Hemos dicho sí a la vida y a la ciencia. El día que me vaya al cielo, descubriré por qué Dios se los llevó. Debió ser muy duro. Los médicos nos recomendaron no tener más hijos. ¡Pero nosotros queríamos tener una familia numerosa!
¡Su deseo se cumplió!
Así es, porque la decisión de tener cada uno de nuestros hijos ha sido de mi marido y mía: nadie, ningún sacerdote, familiar, o congregación, nos ha dicho cuántos hijos teníamos que tener.
¿De qué ha dependido cada una de las decisiones?
Hemos tenido en cuenta las condiciones psicológicas, físicas y económicas de cada momento.
No quiero pensar su presupuesto mensual en comida…
Hago la compra por Internet mensualmente y le aseguro que no gasto más que una familia con tres o cuatro hijos. Compro marca blanca. Y mis hijos saben que en casa no hay coca-cola, ni carne de primera, ni pescado fresco, solo atún enlatado. Eso sí: el chico de reparto del supermercado coloca en la despensa cada mes 240 litros de leche y 1.300 galletas María.
¿Siguen una dieta equilibrada?
Mis hijos comen en el colegio y están bien alimentados. En casa sólo se cena y se desayuna leche, y pan con mermelada o embutidos.
Siguen sin salirme los números.
Un kilo de pasta cuesta 50 céntimos. Lo mismo que un sobre de sopa. Le aseguro que no llego a los mil euros mensuales. Mis amigas me piden que le ayude a hacer los menús, además de explicarles cómo organizo la casa, las tareas de los chicos, los armarios…
¿Cómo organiza las cenas?
En dos turnos. Los de la primera comunión para abajo cenan primero y los mayores después. Entre medio, rezamos el Rosario.
¿Es usted muy religiosa?
En nuestra familia no contamos dos más dos, sino dos más dos, más Dios. Tenemos una fe vivida. Dios existe. Creemos en un Padre que está en el cielo y tenemos la necesidad de comunicarnos con él, de contarle nuestras ilusiones y preocupaciones. El hombre es un ser de alma y cuerpo, por tanto espiritual.
¿Cree que hay una crisis de creencias?
La gente pone el 'dios' en el Barça, en el dinero…
¿Cómo son sus hijos?
Movidos, gamberros, divertidos y deportistas. Están acostumbrados a pelearse, a convencer al otro para que juegue con ellos, a solucionar conflictos, a trabajar hábitos, a preocuparse por los demás. Ser miembro de una familia numerosa te obliga a ocuparte de los demás, porque siempre hay un hermano que necesita ayuda, tiene alguna dificultad. ¡Mis hijos están preparados para dirigir multinacionales!
¿Cómo se organizan entre ellos?
Cada oveja con su pareja. Cada uno de los mayores tiene asignado un pequeño y se encargan de resolver sus problemas: les ayudan con sus deberes, con la lectura, con el baño, si necesitan material del colegio se lo consiguen… Todos van al colegio andando desde los tres años y tienen su pequeño encargo. Yo trabajo por las mañanas, así que a las siete de la mañana salgo de casa. Por las tardes juego con los pequeños y a partir de las siete atiendo dudas hasta la hora de cenar.
Contará con alguna asistenta…
Sí, ella se encarga de la limpieza y del baño de los más pequeños. Trabaja de ocho a ocho. Pero los niños se encargan de hacerse la cama y si no se la hacen, peor para ellos.
¿Qué consejos les da a sus hijos?
Tanto mi marido como yo venimos de familias numerosas (14 y 16 hermanos, respectivamente). Hemos pasado de la litera de cuatro alturas a la cama de matrimonio. Si nuestros amigos tenían juguetes, nosotros teníamos hermanos. Y les hemos enseñado a nuestros hijos a ser felices así.
¿Nunca le han dicho que traer tantos niños al mundo es una irresponsabilidad?
La pregunta no es qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos, sino qué mundo nos van a dejar ellos a nosotros. Hay que cambiar el chip porque pienso que tal como están las cosas, van a tener muchas oportunidades. Mis hijos van a buenos colegios, así que humanamente hablando estarán preparados para sacar el país adelante. Yo siempre les digo que son ellos los que nos van a sacar de la situación que vivimos. Por otro lado, yo sí voy a tener mi jubilación pagada: mis hijos cuidarán de nosotros porque nosotros hemos cuidado de ellos.
¿Es usted muy estricta?
En la vida hay que hacer muchos sacrificios. A menudo he ido a trabajar sin apenas haber dormido y encontrándome mal. Pero hay que dar ejemplo. Por otro lado, en casa transmitimos una educación muy espartana , austera, de servicio a los demás, porque pensamos que es más elegante dar que ser egoísta. En la mesa tenemos una consigna: hay que servir al que tenemos al lado: acercarle el pan y el agua. Y si toca huevo frito, le damos el más bonito.
¿Sus hijos no le piden marcas?
En casa no compramos marcas. Si entra algo es porque han ahorrado haciendo canguros o se lo ha regalado el padrino. Las marcas no los hacen más persona, ni más felices. La vida da muchas vueltas y lo que no lloren de niños, lo llorarán de mayores. Uno se crea grandes necesidades, pero polvo eres y en polvo te convertirás
¿Qué es para usted la felicidad?
Lo que da felicidad es cuidar de los demás. A mí me la dan mis hijos, pero también me gusta cuidar de sus amigos cuando vienen a casa. Eso es algo que también les intento transmitir: preocuparse por los otros, ir a ver a un amigo cuando está enfermo, una llamada por teléfono… Hay que vivir con alegría y optimismo.
¿Nunca ha tenido una crisis matrimonial?
Por supuesto que las tenemos. Mi marido y yo discutimos, pero también hablamos. Y de las crisis uno sale más reforzado. Hay que luchar para quererse más, tratarse con cariño, dejarse espacio para uno y para la pareja. Nosotros nos vamos a pasear solos, aunque sea para dar una vuelta a la manzana. Pienso mucho en mis amigos que se han divorciado, porque se quedan muy solos y los niños quedan marcados para siempre.
¿Piensa que el matrimonio debe ser para toda la vida?
El divorcio sólo soluciona la discusión momentánea con la pareja , pero después vienen muchos más problemas. Lo he vivido de cerca. Sí, yo a mis hijos les digo que es para toda la vida, no porque lo manda la iglesia, sino porque el hombre y la mujer necesita una estabilidad física y psíquica. La naturaleza humana está hecha así: el niño necesita un papá, con una barba que le rasca, y una mamá, con su olor femenino, que le arropa.
¿En qué consiste el amor?
El amor es un fuego que hay que ir alimentando. No es una chispa de la vida, sino que uno tiene que ir trabajándolo, reforzándolo cada día. Así, cuando no hay llama, la ponemos. El amor no es sólo de sentimientos sino también cerebral. Necesita voluntad: yo quiero amar a esta persona, quiero amar su bien, me atrae su físico, su manera de ser… Y también necesita sinceridad. Hay que decirle a tu pareja qué te gusta, cómo te sientes, qué necesitas en cada momento.
Un consejo para mejorar las relaciones de pareja.
Dile que se acuerde de comprarte tus flores preferidas y cuando vayas a la pelu no esperes que se fije. Adelántate: ¿verdad que estoy guapa?
Me imagino que no irán mucho a comer a restaurantes…
Sólo cuando hay una celebración. Cuando nos invitan, suelen decirme: “da gusto ver cómo disfrutan tus hijos, Rosa”.
junio 24, 2011
Fuente: La Vanguardia.