miércoles, 1 de junio de 2011

Mons. Aguer: Pretenden legalizar el aborto por vía judicial

“En muchas oportunidades hemos comentado la marcha de distintos proyectos legislativos tendientes a legalizar el aborto en la Argentina. Pero hoy quisiera advertir sobre otro peligro que se cierne: la posibilidad de que se llegue a esa legalización por vía judicial”, advirtió el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en su columna televisiva semanal.


El prelado recordó que “eso es lo que pasó en los Estados Unidos. Muchos de ustedes recordarán el famoso caso Roe versus Wade por el cual la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos inició ese camino de legalización del aborto”.

     “Sucede que ahora, aquí en la Argentina, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y el Centro de Estudios Legales y Sociales junto con el Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos han pedido a la Corte Suprema de Justicia de la Nación un pronunciamiento que convalide el fallo del Superior Tribunal de Justicia de Chubut que, en marzo del 2010, autorizó que se practicara el aborto a una menor que se encontraba en el quinto mes del embarazo. De hecho se produjo el asesinato de aquel niño pocos días después del fallo”, indicó.

     El arzobispo insistió en señalar que “ahora estas instituciones que he mencionado piden a la Corte Suprema de Justicia de la Nación que convalide aquel fallo. De hecho ese recurso ha devenido abstracto, porque la cosa ya ocurrió. Pero esta es la punta de lanza para que un pronunciamiento de la Corte abra la puerta a la legalización del aborto. Al parecer la Corte resolvió ya el llamado de autos para dictar sentencia”.

     Tras indicar que “ante esta perspectiva corresponde aludir a la posición ya declarada de algunos miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación”, citó la opinión de la magistrada Carmen Argibay, quien en un reciente reportaje “renueva su conocida posición favorable a la legalización del aborto”.

     “Llama la atención que una persona tan importante en el ámbito de la Justicia emplee argumentos tan falaces. Dice que el fondo de la cuestión consiste en que hay, en el caso del aborto y su legalización, dos derechos en pugna: uno es la vida de la mujer y el otro una esperanza de vida”, expresó.

     Precisó que “laa opción entre la vida de la mujer y la vida del niño aparece en el artículo 86 del Código Penal, redactado de acuerdo a los criterios eugenistas que reinaban en la década de 1920. Si en el caso de peligro para la vida de la madre se practicaba un aborto, este hecho no era castigado. Habría que reformar ese artículo de acuerdo con las posibilidades reales de la medicina actual de salvaguardar la vida de la madre y del hijo”.

     Monseñor Aguer criticó que “la doctora Argibay compara la vida de la mujer y la vida del niño poniendo a éste  en una inferioridad de condiciones, como si no fuera ya realmente una vida humana sino sólo una esperanza de vida. Según su opinión se puede abortar porque el derecho de la madre es superior; ni siquiera alude a un peligro de vida. Es un caso gravísimo de discriminación, sobre todo porque la jueza reconoce que la Constitución protege la vida humana desde la concepción. Pero aquí se desliza en otro error. Dice que “el problema es que no sabemos cuándo empieza la concepción porque todo el mundo confunde fecundación con concepción”. Al parecer, la destacada jurista se aferra a obsoletas teorías medievales. Porque lo que todo el mundo puede hoy saber, porque está avalado por certezas científicas irrefutables, es que en la unión del espermatozoide con el óvulo se da el origen de una nueva vida, de una vida plenamente humana. No será luego una persona humana si no empezó a serlo desde ese momento en que, por la unión de los dos gametos, el cigoto unicelular contiene toda la información genética que identifica a una persona. Coinciden, en efecto, fecundación y concepción”.

     “Además, la doctora Argibay dice en este reportaje que en realidad en los tres primeros meses del embarazo lo que existe es una esperanza de vida muy frágil; sugiere entonces que en ese período se puede privilegiar el derecho de la madre, sobre todo porque al abortar ella no correría peligro. ¿Estará pensando quizá que el embarazo es una desgracia, un accidente, una maldición? Probablemente considera que hay que hacer lugar a supuestos peligros para la vida psíquica y social de la madre. Sugiere también que a partir de los tres meses habría que privilegiar la vida del niño porque abortarlo sería peligroso para la madre. La frialdad de estas afirmaciones resulta escalofriante. Por otra parte, ¿no se da aquí un caso de prejuzgamiento? Si la Dra. Argibay va a tener que pronunciarse en virtud de su cargo respecto de este tema ¿no tendría que excusarse luego de dar sentencia, puesto que ya ha adelantado su juicio?”, interpeló.

     Monseñor Aguer insistió en alertar que “nosotros nos preocupamos muchas veces de los proyectos legislativos que proponen la legalización del aborto, pero esta otra vía, la judicial, es también un verdadero peligro”.

     “Una última observación: se alude nuevamente al presunto derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo. La mujer es dueña de su cuerpo, pero no es dueña de la vida ajena. Ese pequeñísimo ser humano, que ha comenzado a vivir en su seno no es parte de la mujer, es alguien distinto del cuerpo de la madre, una realidad nueva. En la biología de la generación –decía el Beato Juan Pablo II– se inscribe la genealogía de la persona”, concluyó.+

Texto completo de la columna