miércoles, 25 de mayo de 2011

Abstinencia y no condones si uno de los esposos tiene SIDA, propone experto

ROMA, 24 May. 11 / 05:49 pm (ACI)
Juan José Pérez-Soba, docente de teología moral en la facultad de teología San Dámaso de Madrid y del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia, explicó que lo mejor que pueden hacer los esposos cuando uno de los dos tiene SIDA es vivir la abstinencia ya que el uso del preservativo no solo no constituye una solución al problema sino que también conlleva un problema ético.

En un artículo publicado hoy en el diario vaticano L’Osservatore Romano, el sacerdote señaló que "es bueno recordar que si bien el uso del preservativo en un solo acto sexual podría tener cierta eficacia en la prevención del contagio de SIDA, esto no garantiza una seguridad absoluta ni siquiera en el acto en cuestión y, menos aún, en el ámbito de la entera vida sexual de la pareja".

Por ello, explicó, "es impropio indicar el uso (del preservativo) como un medio eficaz para evitar el contagio".

"Las numerosas campañas que invitan a utilizarlo indiscriminadamente han alimentando una falsa creencia según la cual no habría ningún peligro, y finalmente han aumentado la posibilidad de infección", alertó.

El P. Pérez-Soba precisó además que "presentar el preservativo como una solución al problema es un grave error, elegirlo simplemente como práctica habitual es una falta de responsabilidad ante la otra persona".

El sacerdote español detalló que el uso del preservativo no es recomendable porque conlleva además un problema ético: "un acto sexual realizado con el preservativo no puede ser considerado un acto plenamente conyugal en la medida en la que ha sido voluntariamente privado de sus significados intrínsecos".

Este, aseguró el sacerdote, "es el juicio ético general en cuanto a este acto, sin entrar todavía en la consideración prudencial acerca del riesgo de infección que se corre".

El experto explicó en su artículo que toda relación sexual en la vida de los esposos tiene dos dimensiones: la unitiva que hace "una sola carne" a los esposos, y la procreativa que permite tener hijos.

"El profiláctico, con su efecto de barrera, deforma de cualquier modo la realización misma del acto sexual y lo priva no solo del significado procreativo, poniendo un impedimento a la fecundación, sino que agrede el significado de ser ‘una sola carne’ en el sentido de la totalidad del don en una unión esponsal", explicó.

En el caso de dos esposos, uno de los cuales tiene SIDA, y se encuentran "ante la posibilidad insuperable del contagio, pueden de común acuerdo adoptar la decisión de abstenerse de tener relaciones sexuales por razones de salud, como sucede con otras patologías".

"Su promesa esponsal contiene el esfuerzo de responder con generosidad: en esta difícil situación, deben comprometerse en el esfuerzo que han asumido, asumir la fuerza necesaria para vivir la verdad de su vocación, confiándose en la gracia de Dios y buscando el acompañamiento de la Iglesia que los asiste a lo largo de su camino".

Finalmente el P. Pérez-Soba dijo que "la luz específica del designio de Dios sirve para que el amor conyugal de los esposos encuentre una respuesta adecuada que debe ser vivida responsablemente, también y sobre todo en los momentos de gran prueba".

"Es –concluyó– una afirmación convencida del valor de la vida humana, a la luz de un amor que pide ser vivido en total plenitud".