viernes, 22 de abril de 2011

“Lo que las mujeres quieren realmente en un hombre”, desde la perspectiva de una mujer


por Wendy Wright

15 de abril de 2011 (Notifam) – Nota: El siguiente es un extracto de una charla reciente de Wendy Wright, Presidenta de Concerned Women for America, en las Naciones Unidas. 
En la década de 1970, la conocida feminista Gloria Steinem, dijo: “Una mujer necesita un hombre como un pez necesita una bicicleta”.

El mensaje era que las mujeres son autosuficientes y los hombres son superfluos. Los hombres son innecesarios e incompatibles con las mujeres. Su punto de vista cínico estaba, sin duda, coloreado por el abandono de su padre.

En esencia, los seres humanos son relacionales. Vincularse a los demás es una necesidad humana básica. Nuestro primer vínculo primero es con nuestros padres. De nuestras madres absorbemos lo que significa ser una mujer. De nuestros padres, aprendemos cómo las mujeres deben ser tratadas por los hombres. Este tipo de lecciones no puede venir de clases en el aula, sino a través de lo más profundo de la vida diaria.

Cuando Gloria Steinem y otras feministas menosprecian a los hombres, el matrimonio y la familia, ellas están negando una verdad fundamental: las mujeres necesitan las relaciones con los hombres.

Pero al adoptar las impertinencias de las mujeres como Gloria Steinem que habitan en el mundo, lo que es ideal para las mujeres ha sido dejado de lado al ser considerado innecesario o poco realista. En cambio, toda la atención y los recursos se dedican a lo que es mucho menos que ideal, e inclusive perjudiciales para las mujeres y la sociedad.

Nos enfrentamos a dos visiones contrapuestas:

1. La primera es: las mujeres son completas por sí mismas. Hombres y mujeres son diferentes sólo en el ámbito de la reproducción. Los hombres son como escaleras, útiles sólo para apoyar a una mujer cuando ella se sube a lo largo de la vida.

Aquí hay un ejemplo: en el proyecto de resolución sobre “Fertilidad, Salud reproductiva y Desarrollo” para la Comisión de Población y Desarrollo, la única mención significativa de los hombres es:

PO14. Se insta a los Estados miembros, a las Naciones Unidas y a la sociedad civil a incluir en sus prioridades de desarrollo programas que apoyen la labor crítica de los hombres para apoyar el acceso de las mujeres a condiciones seguras para el embarazo y el parto, contribuir a la planificación familiar, prevenir infecciones transmitidas sexualmente y el HIV, y poner fin ala violencia contra las mujeres y las niñas.

Esta lista mínima no dice nada sobre el aspecto crítico que las mujeres necesitan a los hombres para actuar en la vida familiar, como si en ésta no hubiera necesidad para los hombres de estar íntimamente interesados en brindar compañía, seguridad, protección y atención a sus esposas, y un padre a sus hijos. No hay espacio aquí para una contención perdurable y masculina del marido a favor de su esposa y sus hijos. Y ciertamente no hay expectativa de fidelidad.

Francamente, esta es la clase de hombre que las mujeres no quieren: distantes, no comprometidos, dando sólo lo mínimo, pero sin darse él mismo. En su punto de visión muy bajo de los hombres, las mujeres como Gloria Steinem enseñan a los hombres a tratar pobremente a las mujeres – lo cual, cuando los hombres actúan de ese modo, naturalmente lleva a las mujeres a creer que ellas están mejor sin los hombres. Es una expectativa auto-cumplida.

Al denigrar tanto a los hombres como a las mujeres, tratarlos en forma utilitaria o desestimar el matrimonio como irrelevante nos daña como seres humanos y desestabiliza a la sociedad.

2. El segundo punto de vista es que las mujeres y los hombres son complementarios. Somos diferentes en formas maravillosas y diversas, sin embargo en nuestras diferencias nos encontramos mutuamente para completarnos unos a otros. La relación más profunda es el matrimonio, porque perfecciona el propósito de los dos sexos, masculino y femenino.

Si bien las mujeres pueden enumerar los logros profesionales cuando nos presentamos al mundo, nosotras encontramos nuestra identidad primaria en nuestra relación con nuestra familia, en particular, como esposas y madres. Las relaciones más influyentes, las únicas que nos impactan más profundamente, son las que están en el interior de nuestra familia.

Son estas relaciones las que completan el objetivo de lo que significa ser una mujer. Y el matrimonio, en el que ambos cónyuges se entrega cada uno de ellos mismos al otro, proporciona la seguridad para vivir plenamente esta identidad de la mujer.

Con demasiada frecuencia, las mujeres y el sexo son vistos en forma aislada: las mujeres están separadas de los hombres y de la familia, y el sexo es visto como un mero acto físico que no tiene nada que ver con las relaciones.

Cuando las políticas se configuran a partir de este punto de vista, producen programas y leyes que terminan por aislar a las mujeres de las relaciones reales, alentando relaciones sexuales fuera del matrimonio, lo cual es la fuente de muchas enfermedades, patologías y dolores de cabeza.

La maravilla trascendente de la feminidad, el matrimonio y la sexualidad es difícil de describir en el momento de elaborar documentos de política. Sin embargo, podemos señalar los beneficios del matrimonio y el lugar que le corresponde a la sexualidad.

Los seres humanos son relacionales. Necesitamos pertenecer a los otros. Esto es particularmente cierto para las mujeres. Es dentro de la familia y del matrimonio que tenemos más probabilidades de encontrar seguridad, desprendimiento y satisfacción. El matrimonio une a dos familias y crea una nueva, ampliando nuestras relaciones.

Los encuentros sexuales promovidos en los programas generales de sexualidad son todo lo contrario: fugaces, inseguros, egocéntricos. Los programas separan deliberadamente a los niños de sus padres, dejando a los niños vulnerables ante los adultos que los explotan. El sexo no-marital daña la capacidad de una persona de unirse a otra en matrimonio.

En las demandas de las Gloria Steinem del mundo, hemos aceptado un nivel muy bajo. Las mujeres han pagado el precio de la devaluación de matrimonio. Las parejas sexuales son tan intercambiables, y la naturaleza única de la feminidad tan negada, que ahora se nos dice que los hombres pueden reemplazar a las mujeres en el matrimonio.

¡Qué insulto a las mujeres!

Pero hay esperanza. Gloria Steinem — la mujer que no necesitaba a un hombre — volvió en sí. En el 2000, a los 66 años de edad, para sorpresa de todos, Gloria Steinem se casó.

En el relato del Génesis sobre el comienzo de la humanidad, el Creador anuncia: “No es bueno que el hombre esté solo”. Incluso muchos años después, las mujeres todavía necesitan a los hombres y el matrimonio es un bien innegable para las mujeres.

Versión original en inglés en http://www.lifesitenews.com/news/what-women-really-want-in-a-man-from-a-womans-perspective

Traducción por José Arturo Quarracino